La indetenible fuerza de las ideas los unió hasta sus trágicas muertes. Para ella, no resultó fácil superar los estigmas que prevalecían en la época respecto a las parejas en las cuales la mujer tenía más edad que el hombre. Él, estaba consciente de que no era nada simple insertar en las terribles luchas políticas a una mujer proveniente de una familia como la de ella, no supuesta a asumir tales peligros.
No se trataba de poquita cosa. Solo concebir la posibilidad de rebelarse contra una situación en la que predominaba la sensación de que hasta el más insignificante pensamiento estaba controlado por los esbirros que servían a la inteligencia del poder, implicaba un riesgo de gran dimensión. Pero nada detuvo la sinergia que genera la poderosa combinación del amor y la voluntad política de colocar la existencia al servicio de un proyecto colectivo.
De esa forma, iniciaron los trabajos para planificar las tareas que se habían propuesto y las tácticas y estrategias para materializarlas. Lo más difícil era la selección de las personas con quienes compartir el secreto y solicitarles que se adhirieran a la causa. Estaban conscientes de que, posibles errores en ese ámbito, exponían la vida de unos y otros.
Cuando prima la eficacia
Con la amiga común no existía el más mínimo resquicio de duda. Por eso, fue la primera no solo en ser contactada en la facultad de ingeniería de la universidad del Estado, sino en ponerse a disposición en lo que ella pudiese contribuir. Su lealtad a toda prueba; su firmeza de criterios y la más invulnerable discreción que pueda concebirse, la convertían en un activo fundamental para los objetivos trazados.
Por esas cualidades, le asignaron trascendentes responsabilidades que fueron ejercidas con la eficacia que de ella se esperaba. El asunto avanzó a mayor velocidad de la que habían imaginado. En eso, no obstante, estuvo la causa del fracaso. Todo llegó a oídos de los monstruos del terror y, uno a uno, fueron capturados y entregados a crueles matarifes, quienes descargaron sobre jóvenes soñadores, el veneno de sus resentimientos.
Con ella, el encono fue particularmente despiadado. Ninguna información pudieron extraerle pese a la magnitud de las huellas sobre su cuerpo. Su coraje les desesperó. Utilizaron un último recurso. Con saña, arrancaron sus vestiduras. Desnuda, la condujeron frente a sus compañeros en idénticas fachas. Se conmovió. Al mirarlos, pudo valorar el entrañable gesto de mantener sus ojos herméticamente cerrados.

