Gastar en exceso reduce la posibilidad de atender necesidades que son esenciales para el bien de todos.El enunciado adquiere mayor importancia cuando lo gastado hay que pagarlo con fondos públicos. Es decir, con el dinero que aportamos todos a través de los impuestos, para que el Gobierno lo administre de buena manera.
Consignar en el Presupuesto General de la Nación (PGN), partidas de gastos excesivos e innecesarios, constituye una intención manifiesta de dispendiar.
Existe la creencia de que ejecutar las partidas de gastos presupuestadas es un ejercicio de buena administración, debido a que las mismas ya fueron aprobadas por el Congreso.
Esa creencia, además de ser acomodaticia para los funcionarios y empleados que administran fondos públicos, es excluyente y maliciosa, toda vez, que deja de lado la importancia del concepto: “Calidad del gasto”, el cual esta generalmente aceptado, por su rendimiento y los beneficios que aporta a las comunidades.
La práctica arriba señalada, procura eludir responsabilidad propia, mediante el débil argumento de que esas partidas fueron aprobadas previamente en el (PGN), por lo que su ejecución es incuestionable.
Ante esa realidad, se hace imperativo ejercer un mayor control sobre los presupuestos que formulan las diferentes entidades del Estado. Especialmente, partidas tales como: compra de vehículos, pasajes aéreos, viáticos, combustibles, gastos de representación y otros que sería prolijo enumerar.
Considero que sería conveniente establecer estándares y límites a esas y otras partidas, a fin de que el PGN deje de ser trampolín para el dispendio y se convierta en un verdadero instrumento de desarrollo al servicio del pueblo dominicano.
Ojalá que alguien con poder y voluntad, comparta estas ideas y las aplique, a fin de que logremos mitigar el impacto dañino.

