Los dominicanos en Nueva York no han cortado el cordón umbilical con su lar nativo. Y sus descendientes nacidos en Estados Unidos tampoco lo han hecho con la patria de sus ancestros.

Las remesas y las inversiones en viviendas, comercios y predios agrícolas testimonian los poderosos vínculos de la llamada diáspora con su terruño.

En la Gran Parada del Bronx, celebrada el domingo en la avenida Grand Concourse, los símbolos patrios resplandecieron como muestra de esa dominicanidad que se siente expresada hasta en los lugares más remotos.

Las costumbres culinarias son sagradas para el compatriota que reside en el Bronx o en cualquier otro lugar de Nueva York y del mismo Estados Unidos.

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Lo mismo que otros hábitos que se transmiten de generación en generación. Pero la exhibición de la bandera nacional es lo que más identifica el orgullo del dominicano. En los torneos deportivos y en eventos internacionales los compatriotas ondean con satisfacción la enseña tricolor.

En la Gran Parada del domingo los dominicanos se bañaron no en el sudor provocado por las altas temperaturas sino en el calor de la identidad con su patria y sus raíces.

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La dominicanidad no es un documento, sino un sentimiento que se expresa en las tradiciones culturales de los originarios de esta tierra de Duarte, Sánchez y Mella. Ese sentimiento se expresó en la Gran Parada del Bronx con banderas, música y el himno nacional.