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Doña Rosa

Doña Rosa

Chiqui Vicioso

Querido Hipólito:
He rebuscado en la memoria las imágenes de una, siempre sonriente, señora de frágil apariencia, con la presencia que solo un poeta como Mieses Burgos pudo describir cuando habló de la rosa y el espacio que queda en el aire, que deja en el aire, cuando desaparece.

Parecía Mieses Burgos haberse inspirado en Doña Rosa, mujer, que supo acompañarte en las buenas y las malas, como aprendían las mujeres de antes, esas que juraron estar ahí en la alegría y la enfermedad, frente al altar donde ofrendaban su candor e inteligencia.

No pudimos acompañarte en los funerales, pero es mejor así, porque las funerarias tienen el don de inmiscuirse en la memoria, y es allí donde nuestros seres amados siempre serán los mismos, siempre permanecen como queremos recordarlos. En el caso de mi madre con su tímida y siempre sobria capacidad de morir por nosotros, en el caso de Doña Rosa con esa sonrisa y risa con que siempre celebraba tus cosas.

“Ellos se adoran”, me dijo Carolina, y era evidente, porque solo el humor, la risa, garantizan que ese otro u otra que elegimos esté siempre ahí, en ese espacio donde siempre necesitamos y necesitaremos su apoyo, su rocosa solidaridad de bahía, con o sin puerto.

Es una pena no haber podido viajar con ella a Bonao, como propusiste, porque la hubiese visto una vez mas haciendo lo que tan bien sabia: la solidaridad social, esa que su formación de maestra especializada, orientación estudiantil, de la UASD, le ganó tanto respeto; tanta admiración local e internacional.

Nunca olvido cuando, con esa otra extraordinaria mujer que es Doña Isabel Mejía de Grullón, entonces directora del CONANI, viajamos a ver un proyecto de las Fuerzas Armadas para niños abandonados y de la calle.

En el camino paramos en tu casa de infancia, en Gurabo, un Gurabo que era también la patria chica de Doña Rosa. Amplia casa donde nos brindaron un chocolate con pan, y ese espacio tan amplio y luminoso, tan despojado de todo ornamento innecesario, me hizo entender la absoluta campechanía con que siempre se desempeñaron ustedes como pareja y padres de cuatro hijos, frente a su comunidad religiosa y nacional.

Te podrán criticar por el envío de las tropas a Irak, que provocó la ira de Hugo, o por haberte equivocado con Cuba, pero nunca por ese abrazo y calidez que brindas cada vez que la masa se acerca y te dice “mi presidente”.

Hoy hay niños y niñas que se divierten y aprenden en el Museo Infantil Trampolín que es monumento a su memoria. Hoy hay una piscina para sus nietos con que esperabas, como hombre enamorado, sorprenderla.
Polvo enamorado serán, estoy segura.