ESTO PIENSO, ESTO CREO Opinión

Durmiendo con el enemigo es un peligro inminente

Durmiendo con el enemigo es un peligro inminente

En la historia ha quedado asentado, de cómo, desde aquellos tiempos de Napoleón, pasando por Alejandro y llegar hasta al propio Hitler, quien no ejerce dominio sobre el inmenso mar, por igual, su perdurabilidad en el poder ha fracasado.

Esto es un símil relacionado con la democracia, aquella que definíamos como el poder del pueblo, cuando no se aplican correctamente los elementos esenciales del poder que le confiere el pueblo para que bien gobiernen, la caída es inevitable, ya que, al fin, es este quien la sostiene y por igual, quien le arranca una pata a la mesa.

La democracia -al menos- la que ahora conocemos, para llegar al poder político, necesita de compromisos, lo que hace que una vez en el poder, se crean islas de poder, en realidad, cosas amorfas formadas por diferentes intereses que en nada -no necesariamente- tienen que ver con los del pueblo. Son alianzas de convenios y lealtades circunstanciales que varían como el viento pero que, el pueblo siempre deduce.

Por esas y otras tantas cosas que no se ven, pero, se sienten, es que nos encontramos con esta situación paradójica en la cual vivimos. Un presidente con todos los atributos necesarios para catapultar este país por el camino tan deseado del desarrollo económico y sobre todo, de seguridad, condición sine qua non que debe acompañar siempre al bienestar general, si en realidad se quiere disfrutar del mismo, pero, he aquí, que en estos momentos, tenemos un presidente que navega viento en popa, pero no tanto así el gobierno y con una oposición carente de munición para la figura presidencial y la gran mayoría de los funcionarios que le acompañan, pero, una cosa es la oposición y otra el enemigo.

Y es precisamente lo que está sucediendo en este país. Podríamos fácilmente ser el faro que alumbre a toda Latinoamérica y mucho más allá, pero, el enemigo que mora dentro de las entrañas del gobierno no lo permite, más bien, destruye u opaca las buenas acciones que a diario se producen en el país.

Parece ser, que aquellos compromisos, incluyeron, dentro del paquete, el enemigo que corroería desde dentro las entrañas del gobierno. Me parece, que sin este enemigo como aliado, la oposición carecería de argumento alguno, pero, reitero, el enemigo está dentro.

Si, este enemigo está dentro, ha estado y al parecer, permanecerá por mucho tiempo más y por igual, la debilidad de la democracia, porque, si el poder no se puede ejercer correctamente, debido a que el Estado carece de las herramientas necesarias para mantener el cumplimiento de las leyes, el desastre institucional, el desorden administrativo y sobre todo el caos, son las desgracias que cual torrente de lodo absorberá nuestra democracia.

Las maldiciones de la ciudadanía, el descontento y la incertidumbre, son el diario vivir, ya que el enemigo se encarga día a día de alimentarlo.

Haití, tan cerca y tan lejos, debería de ser la referencia de todo lo que podríamos perder si no se ataca como se debe a este enemigo mortal de nuestra democracia, que, en realidad, no son los políticos, sino, el organismo que lleva por nombre Policía Nacional y los demonios que han salido de ella, como los encargados del tránsito vehicular, que no quieren comprender que no son un organismo recaudador del Estado sino, guardianes del cumplimiento de las leyes que regulan el movimiento vehicular.

La ineficiencia de la Policía para cumplir y hacer cumplir las leyes, es un cáncer maldito en un organismo mal estructurado; mal conducido y peor entrenado, donde en vez de aplicar las leyes, se han convertido -en su gran mayoría y más en los pueblos- en socios de los propios delincuentes.

Dios, Patria y libertad son y deberían de ser más que palabras huecas y si se “moliera” ese “enemigo” nuestros padecimientos desaparecerían como por arte de magia, pero, parodiando a un líder político desaparecido ya, me parece que, ante tan ardua labor para descontaminar ese organismo, “nuestros padecimientos continuarán, aunque sea el propio Jesucristo quien baje a iluminarnos con su presencia divina”. ¡Sí Señor!.

Por: Rafael R. Ramírez Ferreira
rafaelelpiloto1@hotmail.com

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