Opinión Articulistas

Duro golpe de Abinader

Duro golpe de Abinader

Luis Pérez Casanova

Antes de comenzar el debate entre los candidatos de los tres principales partidos que auspicia Anje, el presidente Luis Abinader se anotó un valioso primer tanto con el golpe de efecto que significó aceptar su participación en una exposición que, sin relegar su importancia, no pasará de marcar un precedente en los procesos proselitistas.

En un mercado en que la pasión pesa más que la razón, la exhibición de Abinader, Leonel Fernández y Abel Martínez, por más brillante o desastrosa que resulte, no incidirá ni siquiera en los mal llamados indecisos.

Sea por falta de obligación, tradición o por aquello de que “el que está ganado no debate” muchos que no acaban de entender la vocación democrática de Abinader, además de descartar, se oponían a que concurriera al encuentro, porque según ellos no obtendría beneficios adicionales. Ignoran que el mandatario, por el hecho de ser jefe del Estado no se considera por encima de sus rivales.

Al margen de la conducta es obvio que el gobernante asistirá al intercambio con más de una cartas debajo de la manga que usará en el momento apropiado contra sus contrincantes.

Su más sabia decisión entonces fue aceptar su participación en un escenario donde no precisará de teorías ni muchos argumentos frente a sus adversarios, quienes no podrán enrostrarle nada que de una forma u otra no los comprometa.

Los debates no tienen el mismo efecto en todos los países. Los tiempos en que un líder en ascenso como John F. Kennedy, millonario, joven, elegante, inteligente, cultor de su imagen y de las técnicas de la comunicación más avanzadas se enfrentó en Estados Unidos a un veterano y experimentado Richard Nixon, son muy diferentes de los actuales.

Con lo bien que conoce la gente por aquí a los candidatos, puede descartarse de antemano que se dejará impresionar por la retórica, los argumentos o los gestos que puedan utilizarse en el debate pautado para el 24 de abril, que, como medio para adecentar el proselitismo, generar conciencia en el electorado y reducir las tensiones que caracterizan las campañas, el cara a cara, lo mismo que las propuestas programáticas, es un gran paso de avance.

Pero con un electorado que ya tiene decidido por quien sufragará, aunque suela mostrarse escéptico, puede darse por hecho que esa novedad que se introduce por aquí no pasará, al menos por ahora, de servir, antes que de reflexión para concurrir a las urnas, de elemento de entretenimiento.

Los electores podrán valorar el desempeño de los candidatos, pero a fin de cuentas votarán al suyo. Con no asistir Abinader no perdía, para hacerlo fortaleció su imagen y obtuvo, de entrada, un significativo punto.