Cuando escuché al presidente Danilo Medina expresar en su discurso de rendición de cuentas ante la Asamblea Legislativa del 27 de febrero de 2016, que le gustaría ser recordado como el “presidente de la economía familiar”, llegó a mi memoria la máxima universalmente aceptada que reza: La familia es el núcleo de la sociedad.
Hoy día, reincido en la reflexión que produjo en mí, el deseo del presidente Medina, antes mencionado. Esto así, porque cuando la familia cuenta con los elementos esenciales para su crecimiento sano y normal desarrollo, como son: alimentación, salud, vivienda, educación, transporte y seguridad ciudadana, entre otros, se constituye en lo que pudiéramos llamar la locomotora del tren del desarrollo y la justicia social.
Colaborar para que lo consignado en el párrafo anterior se haga realidad, es compromiso de todos, gobernantes y gobernados. Al Gobierno, le toca velar por la integridad del patrimonio nacional y el buen uso de los recursos y fondos públicos. La Constitución establece en su “Artículo 246.- Control y fiscalización de los fondos públicos.
El control y fiscalización sobre el patrimonio, los ingresos, gastos y uso de fondos públicos se llevará a cabo por el Congreso Nacional, la Cámara de Cuentas, la Contraloría General de la República, en el marco de sus respectivas competencias, y por la sociedad a través de los mecanismos establecidos en las leyes”.
En su línea final, el precitado artículo establece la vía para que la sociedad cumpla la importante labor de controlar y fiscalizar los recursos públicos.
A esos fines, es necesario estar conscientes de nuestros derechos y de los mecanismos que nos otorgan las leyes para ejercerlos, pues, si realizamos la función de veedores con dedicación y eficacia, los empleados y funcionarios públicos desempeñarán sus labores apegados a la ética y el decoro que les requiere y espera la nación.
¡¡¡Gobernantes y gobernados!!! Hagamos nuestro papel, y la economía familiar habrá de consolidarse y prevalecer.