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Educación preventiva

Educación preventiva

Fernando A. De León

Las madres que me orientaron no recurrieron a una plataforma educativa preventiva, sino a una inmediatista, eventual o reactiva. Es decir que no tenían la visión de cómo sería la anomia de estos tiempos.

Hablo de las madres, porque luego de la desaparición de Juana, sus vecinas, de algún modo, jugaron su rol materno-protector. Algunas me dijeron que, antes de fallecer, cómo pudo, visitó sus hogares, y les dijo: “cuídenme a Fernandito”.

Aunque al publicarse este artículo ya ha pasado el Día de las Madres en República Dominicana, he repasado sobre cómo me formó; y, posteriormente, el papel de esas mujeres que siempre vigilaban mi conducta. Claro, no tenían los conocimientos necesarios para entrenarme sobre los trastornos del futuro.

Lamentablemente, no hay una ciencia exacta que trace las perspectivas de los cambios de los comportamientos generacionales. No pocos profesionales y gentes con cierta cultura, han tirado por la borda preceptos morales y éticos con que nos criaron. Sin embargo, los que sí asimilamos estos consejos, solamente hemos crecido con miedo y asustados.

Ellas, no tuvieron el ojo previsor que las alertará de que todo se trastocaría. Al margen de la delincuencia, no he tenido la “osadía” de emular a otros que, aunque aparentan buenos modales, son simuladores y trepadores y dado al oportunismo y zancadillas; se enhebran con clanes donde permea la corrupción y la inmoralidad.

Aclaro que no estoy de acuerdo con estas actitudes que violenta hasta lo deontológico de la que ha sido mi tarea; pero no hubo señal para prevenirme sobre lo que vendría. Talvez me hubiese distraído menos.

Con respecto a los que inobservaron esa educación; como ente social, hasta en la simple cotidianidad arrastro limitaciones diversas; aunque no lo aparento por mi actitud abierta para con los demás, y creo que no soy el único; carezco de ciertas malicias cotidianas que tal parece, hereda la sociedad.