El tema de bullying ha logrado mayor atención principalmente en los últimos 20 años en el país como respuesta a los casos de suicidios en jóvenes y adolescentes que ganaban popularidad a través de los medios de comunicación.
Si bien el bullying no resulta ajeno a República Dominicana, el mismo cobra interés recientemente y lo hace desde el plano educativo, aún cuando ya era frecuente clínicamente.
En tanto que en nuestro país aumenta la cantidad de sucesos de violencia entre alumnos, y se produce una mayor preocupación a nivel público, a diferencia de lo que sucede en otros países.
Por el momento aquí no se detectan planes para prevenir estas conductas a nivel de las escuelas públicas ni colegios privados, según lo demostrado en varias investigaciones realizadas por estudiantes de sicología y siquiatría de universidades dominicana.
Las provocaciones tienen lugar en escuelas y liceos, con poco control por parte de los adultos, se observa en los patios, corredores y también en los vestuarios.
Por consiguiente se piensa que la escuela ofrece pocas oportunidades de acción para promover el cambio, a causa de lo difícil de las relaciones de poder que se generan en el grupo de pares.
Las estrategias a que se recurre con más frecuencia frente a las situaciones de maltrato son la evitación y el humor o broma, siendo utilizadas como forma de no enfrentarse a este dilema.
Dichas estrategias intentan banalizar el problema como una de las formas posibles para poder resistirlo e intentar superarlo.
Es así que se considera que las víctimas de acoso no son atendidas de manera adecuada por los centros de estudios y qué éstos necesitan respuestas claramente definidas, además de ser un derecho fundamental para cualquier niño poder sentirse seguro.
Para enfrentar este tema el país requiere con urgencia de un programa que tome en cuenta las conductas violentas de los alumos.