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El Gran Gatsby: historia del arte en teatro musical

El Gran Gatsby: historia del arte en teatro musical

El Gran Gatsby es uno de los mayores desafíos que se puede plantear a un productor por ser un montaje en extremo complejo, difícil y exigente. A cualquiera espanta y a todos los productores podría hacerles que piensen más de una vez antes de aceptar el reto.

Luis Marcel Ricard, mostró, con su versión presentada en la sala Carlos Piantini del Teatro Nacional Eduardo Brito lo que es capaz de lograr la auto-confianza en los dones y potencialidades propios, la certidumbre de su visión como productor y el virtuosismo de sus talentos artísticos.

Había que encontrar los talentos nacionales e internacionales con la en la justa y máxima capacidad respecto de sus papeles; lograr la excelencia en su danzar y la sincronía de sus coreografías y la perfección de recursos escénicos, lo que incluye iluminación, universo sonoro (en medio del cual destaca el sonido limpio y claro de las voces de los protagonistas a partir de unidades móviles ) y particularmente la creatividad en la escenografía, que hace suceder sus cambios de continuo y, finalmente, sus efectos especiales: Los vehículos de lujo y de época conducidos en escena; la natación del personaje principal en piscina, su asesinato a tiros, la mancha de sangre que se extiende a partir de la agresión y el suicidio del matador, todos realizados en con un nivel profesional que ha establecido precedentes.

Mención especial merecen el vestuario, peinados y tocados, realizados con sentido estricto de recreación de época, reflejando el lujo y la vanidad de ese tiempo, la paleta colorida de textiles y sus diseños, apegados al pasado refulgente en que se enmarca: El valor del vestuario en su máxima expresión.

Justo igual se puede hablar del maquillaje, responsabilidad de Themus Teatro.

Gracielina Olivero, quien pudo lograr el vivaz y coordinado sentido festivo en una coreografía que será muy difícil olvidarla. Fue un danzar sincrónico y rítmicamente representativo del pasado y el presente. Fue adicionalmente directora de actuación y de Ylsa Pela, como directora musical y pianista, ha calado el punto escénico más alto de su carrera. Tras su sonrisa agradable, lo que se oculta es un temperamento artístico signado por la disciplina y la dedicación.