La semana pasada escribimos sobre los problemas que enfrentan los dominicanos, ocasionados por la inmigración haitiana masiva en Punta Cana y sectores aledaños, situación que afecta los servicios de salud y los empleos formales e informales de los nacionales, una desgracia que se extiende en diversos puntos geográficos del país, incidiendo gravemente en la preservación de la soberanía e Independencia de esta parte del territorio insular.
Del grupo Patriotas Dominicanos, nos envían el siguiente enfoque del escritor, poeta y ensayista, doctorado en literatura y lingüística de la Universidad de Sorbona, de París, doctor Manuel Núñez.
En este pequeño poblado de Punta Cana y Bávaro, donde se han perdido todos los signos de la identidad, comienza a renacer la conciencia nacional. Aquí donde las inversiones millonarias, las grandes avenidas, los jardines, las playas fabulosas, han fabricado un paraíso para las clases opulentas del mundo, los dominicanos viven situaciones infernales. Aquí donde todo es dulzura, nadie puede imaginarse que la vida pudiera ser tan amarga para los dominicanos.
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“En medio de toda esa belleza, los dominicanos han sido excluidos como en ningún otro lugar del mundo: excluidos de todas las posibilidades de trabajar. Excluidos de los servicios de salud, excluidos del derecho a vivir. Aterrorizados. Sometidos por una población extranjera que se ha establecido aquí, ilegalmente, sin consideraciones de ningún tipo.
Aquí se han invertido completamente los papeles. Verón- Punta Cana es un poblado de mayoría haitiana. No son inmigrantes; son colonizadores. Se pasean en sus motos petulantes, engreídos, con una arrogancia que insulta. Porque son los únicos que están produciendo. Los únicos que se benefician del yacimiento de empleo creado por las grandes obras turísticas.
Predominan en todos los oficios: en el aeropuerto, en las obras, en las playas, en el motoconcho, en la artesanía. Por el monto de las inversiones, se puede decir que es éste el único lugar del país, donde verdaderamente hay pleno empleo… ¡pero, para los haitianos!
Al ver la catástrofe, podemos observar que hemos perdido nuestra libertad como Estado.