Editorial Opinión

El hambre como negocio

El hambre como negocio

Al excónsul de Haití, Edwin Paraison, se le atribuye afirmar que aunque implica una mayor presión migratoria, la situación de hambruna que se expande en esa nación representa una oportunidad de nuevos negocios para República Dominicana, algo así como obtener provecho con la desgracia del vecino.

Paraison, presidente de la Fundación Zile, considera que el drama alimentario haitiano permitiría aumentar las exportaciones a ese mercado o negociar con agencias multilaterales la venta de productos diversos que serían dedicados a donaciones humanitarias. No resulta fácil negociar con el hambre ajena.

Desde 2015 al segundo semestre de 2022, las exportaciones dominicanas hacia Haití ascendieron a US$6,899.2 millones de dólares, lo que equivale a un 97.6 % del intercambio comercial entre los dos países, pero si se agregan las ventas canalizadas en los mercados bilaterales, el valor supera los US$1,300 millones anuales.

En un conversatorio sobre la situación de Haití, en el que participó Iván Gatón, especialista en política internacional, Paraison cree que la condición de vecindad beneficiaría a las exportaciones nacionales ante la situación de inseguridad alimentaria que atribula a la población pobre haitiana.

Haití figura entre un grupo de 22 países en los cuales el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) han detectado al menos 18 puntos preocupantes en materia de seguridad alimentaria, lo que acerca a ese país al padecimiento de una hambruna.

Tiene razón Paraison al afirmar que por razones geográficas, instituciones internacionales podrían procurar compra de alimentos en República Dominicana para ser donados a Haití, pero los términos de intercambio comercial no aumentarían significativamente si de un lado lo que se padece es una hambruna.

Para que se tenga una idea del drama haitiano, basta decir que durante el fin de semana perecieron al menos 42 personas y once permanecen desaparecidas a causa de las inundaciones que asolaron a gran parte de su territorio, con reporte de más de 13 mil viviendas dañadas.

Por razones éticas no debería promoverse la idea de aprovechar una situación de hambruna como generadora de oportunidades de negocios, pues la miseria extrema no puede generar riqueza, a menos que sea para combatir el hambre y la marginalidad, porque de otra sería inmoral.

El Nacional

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