Opinión

El hombre sin méritos

El hombre sin méritos

Entonces, el empresario Donald Trump no tenía ningún mérito propio para imponerse en las elecciones del martes ocho en Estados Unidos. Los más de 60 millones de electores que endosaron su candidatura no son más que unos borregos o personas a las que importa un bledo que su país y el mundo colapsen. De la misma manera en que se agitaba el fantasma del miedo para evitar que el republicano llegara a la Casa Blanca, con ese mismo criterio se trata de opacar la victoria de un candidato cuya imagen como hombre de éxito prevaleció como uno de los principales soportes de su campaña.

Apelar a pretextos para rechazar la verdad no es más que una exposición al ridículo. Que la gente apreciara su trayectoria más que lo que decía no niega que el hartazgo con esa clase política que tan bien personificaba la candidata derrotada, Hillary Clinton, influyera en la victoria de Trump. Si se ha de ser sinceros tiene que admitirse que el magnate inmobiliario comenzó a verse ganador desde que prácticamente se iniciaron las primarias en su partido.

A diferencia de la señora Clinton, de quien no se veía seguridad en la victoria ni siquiera cuando las encuestas la colocaron en la cima con varios puntos de ventaja.

La ofensiva contra Trump dentro y fuera de Estados Unidos fue tan demoledora que nadie quería identificarse públicamente con él. Bajo el pretexto de un discurso agresivo, que en verdad lo era, prominentes dirigentes republicanos le retiraron su respaldo y el partido nunca pasó de un ente pasivo en la campaña. Con esos ingredientes cualquiera no apostaba por él en la competencia. Hacerlo era casi un suicidio. Sin embargo, nunca se amilanó, retractó ni modificó su estilo para congraciarse con el establishment, que fue el gran derrotado en el proceso.

Los que propalaron el fantasma del miedo por las amenazas de Trump saben que entre las prendas valiosas que tiene Estados Unidos están sus instituciones. Por lo tanto, saben que no es verdad que un presidente ni nadie pueden imponer su voluntad por encima de las leyes.

¿O acaso Richard Nixon no se vio compelido a renunciar de la Presidencia antes de exponerse a un juicio en que podía terminar tras las rejas por el solo hecho de violar las reglas de juego? Los gravámenes que anunció a las importaciones para proteger la industria norteamericana, la revisión de los tratados de libre comercio y la eliminación de algunas reformas no serán tan fáciles de aplicar por más que lo haya repetido. La crisis del sistema no es para tanto.

Pero la razón por la que Trump ganó las elecciones es muy simple: era quien más conectaba con el sentimiento del pueblo norteamericano en la presente coyuntura. Mejor no engañarse para justificarse.

El Nacional

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