El Colegio Dominicano de Periodistas (CDP), como otras instituciones profesionales, gubernamentales y otras ha dado evidentes muestras de ser un organismo de que carece de una sobria institucionalidad.

Pero muy a pesar de esa falencia, para algunos periodistas el CDP constituye un ente, ahora imantado, que atrae a comunicadores y periodistas aventureros que antes lo aborrecían por “inoperante”. Las pensiones especiales otorgadas por el Gobierno, realmente tienen suficiente capacidad de seducción.

Y más ahora, toda vez que algunos directivos con sueldos oficiales han sido privilegiados con esas jubilaciones, en una gracia que crea serias fisuras en las que deben ser paradigmas éticos, deontológicos; y de bien aplicada justicia. Nos cuesta pensar que otra vez, si fue así, el Gobierno se deje sorprender.

Hay que ver si, por nueva vez, se cotejan expedientes de pensiones, únicamente para los periodistas afines al litoral del Marcelino Vega, en lo que significa una desconsideración en perjuicio de veteranos periodistas de Nueva York. Entre los beneficiados, algunos que nunca han ejercido sostenidamente y de forma remunerada, incorporados al CDP irregularmente contraviniendo el espíritu de la ley que creó el organismo. Todo esto es posible, cuando gente que tienen la sartén por el mango, equiparan alegremente sus actos de corruptelas, con una misión sacerdotal.

Hay un reto para el gobierno que, entendemos, debe estar alerta para que no se repita lo de la pasada jornada, cuando se pensionaron a unos 44 comunicadores, obviando las necesidades de veteranos periodistas neoyorquinos que, todo el mundo sabe quiénes son, y cuál debe ser el orden de prioridad con respecto a esos profesionales, poseedores de una trayectoria de trabajo inmarcesible.