Editorial

El maná legislativo

El maná legislativo

Por la pandemia del coronavirus República Dominicana padece tiempos de vacas flacas, agobiada por un acentuado déficit fiscal, desempleo galopante, desplome de sus principales fuentes productivas, un sombrío cuadro económico y social, sobre el cual los legisladores no podrían alegar ignorancia.

Desde un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) superior al 5 %, la economía dominicana se ha sumido en un decrecimiento superior al 8%, del PIB, con números rojos en turismo, inversión extranjera, zonas francas y consumo, razones por las cuales ahora se habla de reducción de gasto o freno al dispendio.

Resulta inaceptable que el Poder Legislativo se mantenga al margen de un escenario general de recesión y precariedades, como si el maná bíblico sólo cayera sobre los predios congresuales para que senadores y diputados se sientan exonerados de compartir las penurias de los años de bovinos escuálidos.

Además de mantener privilegios como serían gastos de representación, viáticos, dietas y pagos por asistir a las sesiones, los congresistas disfrutan de fondos públicos denominados “barrilito” y “cofrecito” que manejan a discreción, ocultos bajo el manto de ayudas sociales.

Como si fuera poco, los contribuyentes también tienen que costear a los legisladores oficinas y entramados burocráticos que en el caso de los senadores incluyen pago de salarios a centenares de “empleados”, que representan un gasto de más de 27 millones de pesos mensuales. Así no se puede.

La oficina del senador de Baoruco posee una nómina de 48 empleados, la del representante de Barahona, 25; la de Azua 17, Dajabon 24 y Elías Piña, 47, siendo el Distrito Nacional la que ha contratado un menor número de empleados, con cinco, pero el gasto mensual sobrepasa el millón de pesos, según datos del propio hemiciclo.

Sería saludable comparar el gasto o inversión de una oficina senatorial dominicana y otra del Senado de Estados Unidos, potencia económica cuyo Producto Interno Bruto (PIB) es de más de 20 mil billones de dólares, frente al PIB dominicano que ronda los US$75 mil millones, aunque el anhelo sería que la nación disponga de senadores y diputados ni tan pobres ni tan ricos.

En el caso de los senadores, perciben un salario de RD$320,000, más RD$50,000 por gastos de representación, 25 mil pesos por viáticos, otros RD$25,000 por dietas y RD$3,500 por cada sesión a la que asistan, además de un “barrilito” y dos exoneraciones de valor ilimitado. Ese “maná” contrast

El Nacional

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