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El poder invisible

El poder invisible

Elvis Valoy

Estoy totalmente de acuerdo con el escritor judío Yuval Noah Harari, quien en su último libro titulado Nexus, plantea la hipótesis de cómo aceleradamente los algoritmos —Un algoritmo es un conjunto de instrucciones bien definidas y organizadas que permiten resolver un problema o realizar una tarea específica de manera sistemática— moldean nuestro mundo, presentando la posibilidad de que en algún momento la historia humana esté prácticamente dirigiéndose a su fin como ente dominante de la interacción entre cultura y  biología (p259).

La disyuntiva no es nueva: en la película 2001 Odisea del Espacio, dirigida por Stanley Kubrick, y exhibida en el año 1968, se presenta una computadora de nombre HAL (alusión a IBM, que era la empresa que dominaba el mundo de los ordenadores en esa época), la cual controla una aeronave espacial; repentinamente HAL inicia una conspiración en contra de la tripulación, la cual es descubierta por uno de los pilotos, que decide posteriormente desconectar el insubordinado cerebro electrónico.  

 La verdad monda y lironda es que alabamos y disfrutamos de los avances tecnológicos, y ante la encrucijada de que la historia no es una categoría ascendente, probablemente estemos asistiendo a un estadio de desarrollo de la humanidad en que, por el afán de lucro desmedido de los dueños de las redes sociales, se estén exacerbando sentimientos innobles.

Los algoritmos sobredimensionan qué ver o escuchar en la web; la Inteligencia Artificial avanza, pero sólo persigue que las empresas reciban mayores ganancias; al final, la ciudadanía queda atrapada en contenidos amarillos insensibles, abandonando su compromiso altruista, y renunciando a la búsqueda de la dignidad de las personas; todo eso le da paso al odio y a la desinstitucionalización, que es lo que a la postre se perpetúa en la mente de la gente.