Estructurar una coalición política de partidos es una tarea difícil. Las organizaciones minoritarias suelen demandar cuota de poder muy superior a los bajos porcentajes otorgados por los estudios de opinión. A veces no es que cuentan con pobre aceptación en el electorado, es que sencillamente las encuestas no les otorgan nada.
Pero independientemente de las exageradas peticiones formuladas por los líderes de las entidades políticas pequeñas, siempre hay que darles una cuota de poder proporcionalmente mayor. Más que la sumatoria matemática —la cual puede percibirse como insignificante— lo que se valora es el impacto sicológico que tienen esos acuerdos en el electorado nacional.
Recuerdo que el doctor Peña Gómez, posiblemente el mejor estratega político dominicano de las últimas décadas, concedió tres diputaciones a la desaparecida Concertación Democrática en la campaña electoral de 1994. Esa agrupación tenía a tres dirigentes importantes, que eran Vicente Bengoa, Fafa Taveras y Rafael Santos. Los tres resultaron electos diputados, porque fueron colocados en números salibles, pues para la fecha no se había introducido la modalidad del voto preferencial.
A González Espinosa, líder del PTD, se le dio la senaduría de Barahona, pero también una diputación y varias regidurías para sus contados seguidores. A la UD, de Fernando Alvarez Bogaert, se le otorgó una altísima cuota de poder, porque sumaba un 5% al Acuerdo de Santo Domingo. La verdad es que esos partidos aliados por sí solos no hubieran obtenidos esos cargos y algunos no sacan nada.
Sin embargo, sin esas organizaciones pequeñas el doctor Peña Gómez no hubiera diseñado y construido el poderoso Acuerdo de Santo Domingo, que ganó la contienda electoral de 1994, aunque, como se sabe, fue despojado de su triunfo, lo que motivó el Pacto por la Democracia, que establecía la celebración de nuevas elecciones y otras condiciones importantes para el fortalecimiento de la democracia dominicana.
Traigo estos datos a colación por los posibles inconvenientes que puede estar atravesando el PRM para la estructuración de la Convergencia. El PRM necesita ofertar la percepción de que es una real opción de poder para mayo del 2016, porque de esa percepción depende que fluyan ayudas económicas de segmentos empresariales. Necesita impactar con fuerza en el electorado mediante alianzas con otras organizaciones, aun haciendo concesiones proporcionalmente superiores.
