POR: Leandro Guzmán
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La posibilidad de que Leonel Fernández retorne a la Presidencia en el 2016 ha dado lugar a los más sesudos análisis, aunque a nuestro juicio algunos no son más que especulaciones de buena fe. Eso de decir, por ejemplo, que parece difícil detener a Leonel en su política para volver a Palacio nos parece que es una duda de la sabiduría intuitiva del pueblo dominicano, que en más de una ocasión ha dado sorpresas insospechadas.
Un ejemplo: cuando todos creían que Balaguer era un cadáver político en 1986, el caudillo de Navarrete se alzó con el santo y la limosna, encontrándose virtualmente ciego.
Son muchos los factores a analizar sobre lo que podría ocurrir en el 2016. Si bien la Constitución prohíbe al Presidente Medina reelegirse, siempre existe la posibilidad de que se modifique para lograr ese objetivo. Si Danilo, en cambio, se acoge al precepto legal, tendríamos a un PLD envuelto en una lucha soterrada por el Poder. Los que más o menos conocemos cómo actúan los aspirantes a la Presidencia por ese Partido, no tenemos la menor duda de que entonces renunciarían para dar su apoyo al otrora pupilo de Juan Bosch.
Eso de decir que no hay quien lo detenga es arriesgado.
Supongamos que la Constitución sea modificada para ampliar de cuatro a seis años el período gubernamental, como hemos propuesto y mantenemos, tendríamos dos años para que la oposición, si retoma algo de su sensatez perdida, se organice y juegue un papel digno de una democracia.
Nuestra propuesta está encaminada a lograr que la democracia funcione con eficacia, pues además de dar chance a la oposición y al surgimiento de nuevos líderes, permitiría al Presidente terminar las grandes obras que ha iniciado y quizás profundizar algunas reformas, para pasar a la Historia como un gobernante excelente. Se pondría fin así a la perniciosa reelección, que tanto daño ha hecho al país.
Medina debería salir al paso a las especulaciones que circulan, de que llegó a un acuerdo tácito con el doctor Fernández para alcanzar la Presidencia, a cambio de no tocar a aquellas figuras, algunas todavía en el gobierno, que son específicamente señaladas como vinculadas a actos de corrupción.
Todavía más: que para alcanzar la primera magistratura del Estado debía aceptar como compañera de boleta a la distinguida esposa del ex Presidente. Como es lógico, ante una eventual enfermedad grave o desaparición física natural, la heredera del mayor cargo de la Nación sería la compañera de quien siempre ha querido dirigirla. El pandero, pues, estaría sin esfuerzos en la mano de Leonel Fernández.