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El retrato de una madre trabajadora

El retrato de una  madre trabajadora

Con fuertes silbidos anuncia su llegada y con voz aguda expande las palabras que le acompañan en su afán de vender los alimentos que de manera ambulante oferta a profesores y estudiantes en el campus de la UASD.

Lo conseguido con la venta contribuye al sustento suyo, de sus tres hijos y 14 nietos, en un país donde la pobreza arropa a muchos y a la vez desnuda a otros desde el momento en que nacen.

Esta mujer con temple de acero y la fortaleza de un guayacán responde al nombre de Ana Australia Merán, tiene 52 años de edad, y es una de las tantas mujeres dominicanas que luchan día tras día para ganarse la vida de manera digna.

Sin tiempo ni espacio para el descanso, ella es de esas mujeres que se caracterizan por el espíritu de trabajo, sin dejarse amilanar por los contratiempos que hacen a las personas retroceder y perder el enfoque del objetivo final.

Su voz se alza entre la muchedumbre de jóvenes que entre las 4:00 de la tarde a 9:00 de la noche, apetecen disfrutar el servicio ambulante del que Australia se mantiene, en los alrededores de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

“Llegaron las empanadas, bollitos de yuca, quipes, croquetas, refrescos y el agua frííía”, estas palabras resuenan en los oídos de quienes hambrientos y sedientos tienen que pasar la tarde entre cherchas, estudios y chateo.

Esa mujer que, como cualquier hombre rudo se busca la vida para subsistir en una sociedad de pocas oportunidades, es reconocida por el silbido que anuncia su arribo a los contornos de la escuela de Artes.

Narra que en el año 2010, una amiga cercana le cuestionó: -¿Ana, qué tú crees si vendes por fuera de la UASD pastelitos y bollitos de yuca?

Consideró la idea como brillante y emprendió lo que es hoy el negocio que le sirve de sustento a su familia.

“Desde afuera, me fui colando a lo interno de la universidad, aunque he tenido varios percances con la seguridad que no permite vender dentro del campus”, dice la espigada morena de fuerte contextura.

Merán, no sólo se dedica a la venta de estos alimentos, sino que aprovecha los sábado y domingo para lavar la ropa, cocinar y atender su familia, que incluye los nietos.
Analizando con ella su situación económica y de oportunidades, sostuvo:

“Bueno, uno pasa mucho trabajo, pero yo me gano la comida y llevo un sancito de 150 pesos diarios que me ayuda a pagar la casa, además mis hijos cooperan con lo que pueden”.

Ella entiende que la mujer dominicana si necesita el peso tiene que salir a buscarlo a la calle ya sea lavando, planchando, vendiendo agua, dulces, habichuelas blanditas o con dulce, pues considera que la comida se vende, aunque no descartó que para hacer estos tipos de quehaceres, depende mucho de cómo los padres críen a sus hijos.
La pobreza

“La pobreza es una situación difícil, pero yo siempre me he buscado la comida poco que mucho, me considero una mujer inteligente y que me gusta trabajar”, expresó.

Australia quedó viuda, después que el padre de sus hijos murió hubo momentos en que sus hijos le decían que tenían hambre y no sabía adonde iba a buscar alimentos para darles de comer.
“Fueron momentos muy difíciles”, sostiene.

No debe ser un motivo de vergüenza para las mujeres dominicanas que viven en los sectores marginados, abandonados, donde en muchas ocaciones las autoridades les han dado la espalda y en ese sentido ellas han tenido que ingeniárselas para subsistir.

Para Australia Merán, vivir en el barrio Capotillo de esta ciudad, no le hace sentir inferior a los demás, a pesar de ser un barrio peligroso, ocupado de acciones ilicitas, de callejones sin salidas, donde el día a día es incierto y oscuro, sin embargo, para Ana, cuando raya el alba, con sudor y esfuerzo sale en busca de los “chelitos”.

Ocupado de tareas improcedentes, de callejones sin salida, donde el día a día es incierto y oscuro, sin embargo, para Merán, cuando raya el alba, con sudor y esfuerzo sale en busca del pan de cada día.

Es oportuno destacar que para este próximo domingo se celebrará el día de las madres, día en que la mujer será valorada por lo que es, aunque las féminas deben ser premiadas y valoradas siempre. Las mujeres dominicanas, a pesar de que en las últimas décadas se han conducido por la vía de la preparación profesional, siguen siendo un ente de lucha y de trabajo, son un ser incansable.

La mujer en sentido general además de ser trabajadora, está dotada de otras características sorprendentes, y es que según un estudio del Banco de Desarrollo de América Latina-CAF aseguró que, aunque los hombres siguen teniendo mayor capacidad de ahorro, las mujeres cabeza de familia tienen una gestión más eficiente de los recursos financieros del hogar.

¿Aceptaría un empleo formal a cambio de este informal?

Claro que lo aceptaría, es que este tipo de trabajo cansa, míreme los brazos, con la cubeta para aquí y para allá, estos brazos los tengo así por el peso de las botellas de agua y las fundas de hielo, agregándole la canasta de los alimentos que vendo.

Ana, a pesar de su relativa poca edad, luce un cuerpo atlético, con brazos que le hacen ver como si fuera deportista, esto es producto de levantar la cubeta desde que comienza a vender su mercancía hasta el final de su jornada. Su espalda es más corpulenta que la de muchos hombres, debido a un ejercicio rutinario que aunque no le produce placer, la necesidad la obliga a convivir con este tipo de trabajo.

El Nacional

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