Tanto el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) como la Fuerza del Pueblo (FP) conocen sus realidades. Estas entidades saben que la ola sobre la cual está montado el Presidente Luis Abinader y su Partido Revolucionario Moderno (PRM), sigue alta.

Hemos observado que por estos no saber constituir un verdadero proyecto opositor de cara a las elecciones de mayo, hoy sus posibilidades de triunfo son escasas.

Lo demostrado el pasado lunes 25 de marzo en un hotel de la capital fue una de las tantas demostraciones de que ninguno de estos dos partidos quiere en su intimidad lo que pregonan, es decir la unidad.

Para que esta se diera, uno de los dos y con antelación, debió ceder su candidatura presidencial, lo que significaría el derrumbe y la casi desaparición para el próximo cuatrienio del segundo, ya que quien resultara con la nominación, una aventura con considerables riesgos, se iba a tragar al otro.

Muchos de los que estudiamos la política sabemos, que un riesgo de esta naturaleza conllevaría, que quien resulte con la nominación podría pasar a ser la principal fuerza política de la oposición, y por ende, quien para el 28 fuera el que tendría la mayor oportunidad de derrotar al PRM ante el natural desgaste y la casi segura (hasta el momento) no presencia de Abinader como el candidato 28-32.

Uno de los errores más pronunciados cometido por la Alianza Rescate RD, lo constituyó ese encuentro, el cual, más que ganancia de causa, fue el detonante en donde se dejaron ver las diferencias que hay entre los dos principales líderes.