Editorial Opinión

El traspatio oeste

El traspatio oeste

Mientras aquí se escenifica una intensa pre campaña electoral, en Haití una multitud marchó con machetes, piedras y garrotes hacia la residencia del presidente Jovenel Moïse, en el aristocrático sector de Petion-Ville, a cuyo paso perpetraron saqueos y destrucción en comercios y residencias.

Dicho en otras palabras: en República Dominicana se ejerce una todavía defectuosa democracia política en contraste con su vecino donde impera el caos institucional que ha paralizado durante meses su muy precaria economía.

En Haití, el presidente Moïse, ni el designado primer ministro, Fritz William Michel, ni el Parlamento ejercen la más mínima autoridad, por lo que ese conglomerado ha quedado a merced de la anarquía y la violencia.

Los temas de controversia en la patria de Duarte se relacionan con la candidatura presidencial del partido oficialista, inestabilidad en el tipo de cambio, inseguridad ciudadana, corrupción y Presupuesto público, entre otros, pero en Haití dominan la violencia, desabastecimiento y carestía.

Gobierno, clase política y empresariado parecen entretenidos a la espera de las primarias que celebrarán dentro de ocho días los partidos de la Liberación (PLD) y Revolucionario Moderno (PRM), muy ajenos al infierno que se escenifica en el traspatio oeste.

El comandante del Ejército dominicano dijo que ocho mil 500 efectivos tienen a su cargo la seguridad fronteriza, pero es importante advertir que el caos que prevalece al otro lado impacta sobre millones de haitianos, quienes obviamente no se lanzarán al mar si la violencia se recrudece.

Los mercados binacionales se han reducido a su mínima expresión porque los comerciantes del lado haitiano no pueden usar medios de transporte por falta de combustible o porque no pueden cruzar los escenarios de violencia. ¿Acaso tan difícil situación no preocupa a gobernantes, clase política y sector productivo?

No se exagera si se dice que Haití es hoy un fundo ingobernable con predominio del caos generalizado, desabastecimiento y carestía de alimentos básicos, sin ningún tipo de arbitraje político ni social, ante lo cual la parte dominicana no debería ser indiferente.

El Nacional

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