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El valor de Peña Gómez

El valor de Peña Gómez

Pedro Corporán

José Francisco Peña Gómez: Un filántropo cabalgando hacia la historia


El valor fue página deslumbrante en la historia de su carrera política. Soldado del antitrujillismo durante la más cavernaria de las dictaduras latinoamericanas, actor connotado de la revuelta cívico militar de Abril del 65, sumando su voz de trueno al llamado al restablecimiento del orden constitucional quebrado con el Golpe de Estado al profesor Juan Bosch en septiembre de 1963; columna nodal de la lucha crucial por el reconocimiento de las libertades públicas y ciudadanas, conculcadas por el terrorismo de Estado de los sucesivos gobiernos del Dr. Joaquín Balaguer de 1966 a 1978; entre otros capítulos en los que fue condición sine qua non exponer la propia vida.

Esta virtud, la del valor, fue el eje central que dominó su historia, pues aunque el acerbo cultural y el intelecto son importantes en los seres humanos, si falta el valor, la historia de los hombres termina siendo un fiasco para el destino de los pueblos. Cuando ambas condiciones convergen con la nobleza y la virtud de lo justo en un mismo ser, estamos en presencia de un prócer, tal es el caso del fenecido José Francisco Peña Gómez.

Lo anterior arroja la moraleja del pensamiento de mi humilde autoría que dice: “Es preferible la cultura común acrisolada en el valor que la erudición aprisionada en la cobardía”, especie última que se ha expandido como la pólvora en la sociedad dominicana, formando un ejército de “Torquemadas” con la neurosis de perseguir a cualquier actor de estado y sociedad forjado en el valor, la moral y el trabajo.

El político francés del siglo XVIII, Joseph Fouché dijo: “Todo hombre tiene su precio, lo que hace falta es saber cuál es”. El debate milenario sobre esta sentencia aún carece de consenso doctrinal.

Pero una vida de “viacrucis” social, consagrada a la lucha por las libertades y los derechos del hombre, con absoluto desapego por el dinero y las riquezas, como inspirada en la doctrina inserta en el pensamiento filosófico de José Ortega y Gasset que dice: “La vida no vale nada si no es para quemarla al servicio de algo grande”, tal cual fue la de Peña Gómez, no tuvo precio o era de dimensión imposible de pagar con el oro corruptor, ni siquiera con el poder cuando no era la expresión legítima y la garantía absoluta y diáfana de la integridad soberana y la voluntad popular de la nación.

Con ese oro molido de valores abstractos, el “Corcel negro” esculpió como el orfebre, un pensamiento político que convirtió en una “Biblia” de honor que le hizo obviar que la crisis política de 1994, era una arritmia de la historia y en consecuencia imponía el principio de la excepcionalidad como sentido de oportunidad histórica para ascender al poder sin elecciones.

En aquel álgido momento, expuse en artículo periodístico que jamás volverían a converger en un ciclo común, como en la crisis de 1994, factores tan favorables al ascenso del Dr. Peña Gómez al poder, prohijados por 30 años de atribulada historia política de lucha antitética, contra un poderoso modelo de Estado forjado en la cultura de la corrupción administrativa, el fraude electoral.

Por: Pedro Corporán

lic.pedrocorporan@gmail.com

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