Si el presidente Donald Trump no ha soltado en banda a su aliado en Venezuela, el líder opositor Juan Guaidó, es poco lo que le ha faltado. Al expresar dudas sobre el reconocimiento al presidente del Parlamento, quien también es reconocido por unos 60 países como jefe del Estado, y abrir la posibilidad de entrevistarse con Nicolás Maduro, el mandatario estadounidense ha enviado un mensaje confuso.

Sus declaraciones implican obviamente un reconocimiento a Maduro, a quien su Gobierno ha acusado hasta de narcotráfico y ofrecido recompensa por su captura.

El gobernante venezolano, quien ya había expresado interés de entrevistarse con Trump, ha responsabilizado siempre a Estados Unidos de los movimientos para desalojarlo del poder. E incluso hasta de planes para invadir a Venezuela.

Pero la confusión se ha impuesto con la nueva posición de Trump sobre la crisis de Venezuela en medio de las sanciones económicas contra la nación. Si Guaidó, quien llegó a reunirse con Trump, siempre ha estado en el aire, ahora lo está más después que el presidente estadounidense le ha retirado la alfombra de los pies.