Reportajes

En Haití Después del terremoto

En Haití Después del terremoto

Uno de los gestos que humanizan las relaciones de las personas es la solidaridad. Ser oportunamente solidarios es una condición que  rememora los primeros esfuerzos de sobrevivencia colectiva en el despertar de la humanidad.

Ahí, en ese nacimiento organizacional primero había que ser fuertes, cautos, hermanarse con los demás o perecer.

Aunque regularmente no tiene la fuerza de una obligación per se, el impulso normal, los afectos y la obligada reciprocidad la convierten en un gesto de carácter ético que  se agradece, si hay ese sentimiento de comprensión.

La solidaridad de las personas debe ser incondicional, pero la solidaridad de los Estados no puede serlo. Tienen que sobrevenir al efecto  algunas regulaciones signadas por la especificidad de cada evento, por la seguridad de las gentes que da origen y desarrollo al espíritu y a la acción solidaria. 

La compasión se hace sin espera de retribución material, pero es de derecho esperar una actitud positiva. Es el caso de  República Dominicana ante Haití.

Hay gente que ha llegado a la fanatización y la irracionalidad, sin ver para los lados ni entender que hay daño en cubrirse los ojos y sólo ver el dolor.

Esa no es la respuesta correcta. Hay dolor y hay clamores pero tú no le das un palo a tus amigos para que te golpeen la espalda.

No importa que a esta posición la juzguen neo conservadora, esta cuestión rebasa los presupuestos ideológicos y coyunturales que por cobardía o por intereses particulares o de grupos que buscan lo suyo a partir de una solidaridad interesada no se quieren abordar con la sinceridad que merece la gravedad de sus expresiones factuales.

Lo que procura es esclarecimientos y ayudar a mejorar la visión de una verdadera complejidad.

No se está pidiendo el más mínimo acto de injusticia sino que el espíritu humanitario no se desvíe hacia donde no debe ir.

Nadie mete en su casa a los vecinos desamparados de modo que ni quepan ellos ni puedan moverse los que en ella vivían. Si a esto se adicionan comportamientos violentos inesperados, el problema va de serio a muy serio.

Existe la obligación humana de colaborar con una nación  envuelta primero en el caos político y después en la desesperación abierta en razón de causas naturales como el terremoto de hace dos años.

Ese acompañamiento con los haitianos no puede ser claramente a ciegas ni incondicional. Justicia, sí, ceguera, no. Comprensión por el que sufre, chantaje, no.

De obrarse así  la acuciante necesidad de acercamiento al dolor haitiano y los martirios de millones que sufren tendría consecuencias tan  equívocas que devendría en perjudicial para ellos mismos, en última instancia.

Esos acontecimientos se están produciendo  ya con la entrada de gentes claramente desesperadas al país, como consecuencia natural de su situación agónica y terrible en su territorio.

Algunas de  esas personas en situación terrible   vienen con las peores intenciones que pudiera abrigar el alma humana, como se ha demostrado.

Esto hay que sustentarlo independientemente de que se malinterprete. Ha habido asesinatos de dominicanos que abrieron sus brazos y dieron empleo y acogieron a haitianos esperando al menos un gesto de comprensión.

En algunos casos, el agradecimiento puede haberse producido, en otros, el vuelto ha sido el crimen y la huida. 

Mientras, se multiplican los hurtos, los actos de violencia y los choques con nuestros vecinos y hermanos a una escala preocupante, que no es lo esperado.

Esa no es solidaridad ni nada que se le parezca y ocultar aquello y autocensurarse y no decir nada porque hay poderes extranacionales o de cualquier género que así lo pretenden, no soluciona los problemas que afectan sobre todo a personas indefensas

Estos individuos que vienen abiertamente a delinquir,  porque ya eran delincuentes en Haití, además de disponer de un enorme daño a la imagen de sus compatriotas, lo hacen al país receptor.

Esas personas cuyos delitos van de la deforestación a la organización de bandas criminales, tráfico de personas y daños personales a dominicanos e incluso haitianos, no pueden entrar bajo ninguna circunstancia a territorio dominicano y mucho menos bajo la cobertura de la solidaridad que es consustancial al alma dominicana constituida en su mayoría por gentes capaces de condolerse de su prójimo y de actuar en consecuencia.

Ahí no valen los argumentos de nadie, no importan los intereses que represente.

EL DATO

Respuestas

Esto hay que sustentarlo independientemente de que se malinterprete. Ha habido asesinatos de dominicanos que abrieron sus brazos y dieron empleo y acogieron a haitianos esperando al menos un gesto de comprensión.

El Nacional

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