Con la masiva manifestación en Caracas en la víspera de la oficialización en el poder de Nicolás Maduro, la oposición venezolana expresó su determinación de echar el pleito en reclamo de su alegada victoria en las elecciones del 28 de julio.
Liderados por Corina Machado, de quien se dijo fue detenida y liberada por fuerzas del régimen, los venezolanos externaron el mensaje de que no temen a la represión ni la violencia como armas de intimidación del Gobierno.
Tras la manifestación lo que se ha puesto en juego no es que el candidato Edmundo González Urrutia retorne o no a Venezuela para asumir el poder, sino la decisión de un amplio sector de defender el sistema democrático.
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Es por demás muy difícil que con una orden de captura González Urrutia, quien ayer fue recibido por el presidente Luis Abinader, se exponga a una confrontación con un Gobierno que está dispuesto a todo. Que algunos países lo reconozcan como presidente electo, incluyendo a Estados Unidos, no tiene más significación que simbólica.
República Dominicana está entre los países que han reclamado la publicación de las actas que avalan la supuesta victoria de Maduro. Esa posición bastó para que el Gobierno de Venezuela suspendiera, como hizo con otros países, las relaciones diplomáticas y comerciales.
Aunque Maduro se mantenga en el poder las movilizaciones de ayer y el respaldo de la comunidad internacional a González Urrutia evidencian una tensa crisis en Venezuela.