Jerez Wisky
La seguridad pública es una preocupación primordial para cualquier sociedad, y en la República Dominicana, este tema no es la excepción.
El presidente Luis Abinader, consciente de los desafíos que implica el combate a la delincuencia y al crimen organizado, ha colocado estos temas en el centro de su agenda desde el inicio de su administración.
A través de reuniones semanales con la cúpula de la Policía Nacional, comandantes militares y responsables de seguridad, se busca afianzar la paz y seguridad en el país. Pero, ¿cuán efectivas son estas medidas?
El informe estadístico delictivo revela un panorama alentador: once provincias reportaron una tasa de homicidios de 0.0 por cada 100,000 habitantes en el año 2023, evidencia del impacto positivo de las estrategias preventivas implementadas. A nivel nacional, la tasa de homicidio disminuyó a 11.5, un descenso notable en comparación con el año anterior.
Sin embargo, estos números, por positivos que sean, no siempre se traducen en una sensación de seguridad para la ciudadanía.
La percepción de inseguridad a menudo se ve alimentada por la cobertura mediática de delitos de alto impacto, como asaltos, crímenes o secuestros, que aunque puedan ser menos frecuentes, generan una amplia resonancia en la opinión pública.
Este fenómeno no es exclusivo de la República Dominicana; es una realidad que enfrentan prácticamente todos los países de la región. La diferencia entre la realidad estadística y la percepción de seguridad es un abismo que las autoridades deben esforzarse por cerrar.
A pesar de los avances y esfuerzos realizados, el desafío persiste en garantizar que estas mejoras en la seguridad se sientan en el día a día de los dominicanos. El patrullaje y la prevención del delito siguen siendo puntos críticos, especialmente en las grandes ciudades, donde la densidad poblacional y la dinámica urbana complican el panorama de seguridad.
Aunque los esfuerzos de las autoridades dominicanas para combatir la delincuencia y mejorar la seguridad pública son evidentes y han generado resultados positivos, aún queda un largo camino por recorrer.
Es imprescindible no solo continuar con las estrategias efectivas ya implementadas sino también innovar en la aproximación a la seguridad ciudadana para asegurar que la percepción pública se alinee más estrechamente con la realidad.
Esta percepción de inseguridad aflige especialmente al ciudadano que debe levantarse en la madrugada para ir a trabajar, encontrándose vulnerable ante el riesgo de ser asaltado o incluso abatido por delincuentes desalmados que siembran el luto y el dolor en la población.
Por: Jerez Wisky
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