¿Qué Pasa?

Entre el cielo y tierra

Entre el cielo y tierra

Mary Leisy Hernandez

Con las puertas abiertas

Lamalou les Bains, Francia. Existe una gran diferencia entre los campos franceses y los campos dominicanos.

En los campos de Francia se duerme con las puertas abiertas, se sale y se entra sin poner la tranca. Confieso que en principio tuve miedo. Tantos años viendo a mi madre cerrar con siete llaves tuvo su efecto.

El verdor de los campos de mi patria es eterno, mientras que en Francia y en los países de estaciones marcadas cambia el paisaje varias veces al año. En ocasiones el verde se torna amarillento o medio marrón, otras se llena del blanco de la nieve y cuando es primavera o verano por ratos, puede que se parezca en algo al típico retrato del ambiente rural dominicano, aunque las costumbres y la gente sea distinta.

Este verano en Europa está muy caliente, más que lo habitual. En medio de este calor hemos hecho un lindo recorrido por diferentes campos del sur de Francia para visitar familiares y amigos.

Nuestro primera parada fue en un campito de la región de Bretaña, luego de varios días en capitales grandes como París y Bruselas.

La abundancia de hortensias y otras flores en los frentes y patios de cada casa me hicieron recordar mi infancia en Cotuí, cuando se disfrutaba mucho decorar con las plantas que se sembraban. Eso ha cambiado mucho.

Como siempre, en muchos momentos del recorrido, evoqué vivencias de mi patria, hasta cuando escuchaba el sonido de los pájaros y del viento acariciando las hojas.

Entre las tantas cosas lindas que hicimos, la que más me gustó fue dormir todos juntos en el jardín de la casa de una prima, en una calurosa noche. Esa noche nuestro techo fue el cielo y la luna y las es

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