Opinión

Esperanza no es método

Esperanza no es  método

Rafael Grullón

Un conocido nuestro, ido a destiempo, se acostó un día pasado de tragos. Al levantarse a orinar a media noche, lo hizo en la cartera de la mujer. Pasarían años para enterarnos de que un hombre con trastornos mentales permanentes, no momentáneo como el amigo que inundó la cartera, confundió a la mujer con su sombrero.

En el cerebro humano ocurren cosas inconcebibles para la gente normal, como aquella mujer que tuvo un accidente y perdió el almacén de las vocales, y cuando escribía se le detectaban los saltos en las palabras.

En estos días, Ismael Cala entrevistaba a una mujer destacada, a pesar de que había nacido sin dos brazos. A nuestra otra mitad, la que manda en la casa, se preguntaba por qué mantenía los pies sobre el escritorio.

Al fijarnos ante el cuestionamiento, observamos que ella hacía todos los movimientos con los pies, como responde las manos ante las órdenes del cerebro en personas sin discapacidad. Su cerebro se había desarrollado con los pies como herramienta.
Los gestos que hace la gente con el cuerpo y con las manos cuando hablan, fueron primero que el lenguaje, por lo que han tenido un fin evolutivo.

Así mismo, más ahora en estas sociedades modernas de tantas opciones, el cerebro se ha acostumbrado a elegir. Cuando una ama de casa va al supermercado se enfrenta al desafío de los tramos, donde hay arroz de diferentes marcas empacados muy distintas, de colores diversos.

Hay distintas pastas de diente, jabones, quesos, salamis, pampers, aceite, carnes molidas y rostizadas, vinos y todo tipo de bebidas. El día anterior a las elecciones, una mujer se detuvo frente a las puertas cerradas del refrigerador y aclamó: “Dios mío, ayúdame a no violar la ley”, le sobraba deseo de darse una fría.

Como desde que el ser humano se levanta, es eligiendo a través del pensamiento, del cerebro, elegir se ha convertido en una de las condiciones de existencia del hombre y la mujer. Impedirles elegir , es mutilarlo.

Por eso hemos sido opuestos a que en los partidos se haya impuesto una tendencia de cambiar la elección por las encuestas. Las encuestas son un instrumento de medición, pero no un instrumento de elección.

A la gente hay que presentarles las opciones hasta para que se equivoquen, ya que equivocarse es la forma más efectiva para aprender, además que las minorías hay que contarlas y repartirles el pastel.

Una vez le preguntaron a un científico que cuántas veces se equivoca en sus experimentos. Y contestó que más del 90 por ciento, pero que ellos, los científicos, no veían eso como un fracaso, ya que era el único camino de llegar a la verdad.

El Nacional

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