Opinión convergencia

Estética del paisaje

Estética del paisaje

Efraim Castillo

Hace unos años, cuando presenté la exposición Percepciones, que fue la muestra inicial de los talentosos Mirna Ledesma y Alejandro Asencio, en 2003 -estando ambos recién egresados de la ENAV en la promoción de los años noventa-, me pregunté si acaso el arte dominicano se estaba encaminando hacia una definición determinante en cuanto a calidad, o si se encontraba atrapado en el neurálgico y peligroso cruce de caminos donde se escenifica el choque de discursos provocado por la irrupción de la Internet y los avances tecnológicos, frente a una postmodernidad que luce desgastada.

Mi pregunta, desde luego, se perdió entonces en la profundidad del qué, del cómo y del cuándo hacerlo, en un país como el nuestro, donde la cultura, aún, es un bien disgregado y los conceptos se vuelcan hacia búsquedas anárquicas enquistadas en la imitación.

La pregunta me la formulé, además, sin esperar respuestas, ya que sospechaba lo que podía esperar en virtud de que la producción orgánica de nuestro arte -a partir de las últimas décadas-, se movía alrededor de las obras de los escasos maestros que se encontraban en etapas productivas (no obstante sus edades) como Cándido Bidó (1936-2011), Ramón Oviedo (1924-2015), Guillo Pérez (1926-2014), Domingo Liz (1931-2013), Fernando -Papo- Peña Defilló (1926-2016), Jorge Severino (1935-2020), Ada Balcácer (1930-), etc.; y no se oteaba en el horizonte de nuestra plástica asomos, asombros, o sorpresas, salvo las promesas vislumbradas entre los egresados de la ENAV en la década de los ochenta, una de las oleadas de mayor talento en la historia de la academia.

Fue por esto que encontré cierto alivio al detenerme frente a las realizaciones de Mirna Ledesma y Alejandro Asencio, en cuyas pinturas de diferentes formatos observé ese toque de “potencia” y creatividad descrito por Aristóteles en su Metafísica. En las obras que me presentaron sobresalía una real preocupación por instalar en sus producciones un lenguaje reflexivo, crítico y alejado de las categorías estéticas clásicas.

Luego, en 2016, Alejandro Asencio expuso “Al otro lado del jardín”, alrededor de 15 pinturas donde en una hibridación que idealiza, provoca y subvierte el paisaje del mediano sur dominicano, deconstruye a través de un land art transportado al caballete, pero con una visión muy particular del paisaje, la magnitud de la flora sureña visionada desde la asfixia agónica de una ecología siniestrada. Asencio, en esta muestra vuelca su creatividad como una denuncia de lo que aún permanece en el paisaje y nos invita al disfrute de esa persistencia.

Más tarde, en 2023, Asensio expone 18 trabajos realizados en acrílica sobre tela, agrupados bajo el nombre de “Momentous”, prosiguiendo su valiente discurso ecológico, siempre aferrado al paisaje como estética en un maravilloso continuum del concepto visual emprendido en 2016, pero enlazándolo a una dimensión estética que vincula lo cognitivo del paisaje, por un lado, con el goce de un espléndido lenguaje pictórico, por el otro, donde lo figurativo supervive en lo que Ludwig Wittgenstein llama un “sistema de referencia” (1921).