Doña Ana -la señora del servicio-, se resiste a aceptar que todas las especies que habitan en el planeta, incluyendo los humanos, tenemos un mismo origen. Por consiguiente nosotros y los grandes monos estamos emparentados. Ella, por el contrario defiende la fábula del génesis, en la cual, Dios hizo al hombre durante el sexto día de la creación.
Se dispone de suficiente evidencia científica, para asegurar que algunas especies vivieron hace aproximadamente 150 millones de años. En cambio, la presencia de los humanos como tal, es mucho más reciente. Nuestro ancestro más ampliamente conocido, corresponde a fósiles de una especie humana con muchas características de los grandes simios, que fueron encontrados en África en 1974. Este esqueleto que se estima en unos tres millones de años, se le llamó «Lucy», en honor a una canción de los Beatles.
El pasado Jueves, 12 de febrero, se conmemoró en todo el mundo, el bicentenario del nacimiento del naturalista inglés «Charles Darwin», quien hace 150 años publicó su libro «El origen de las especies», que en su época generó rechazos y desató polémicas, pero hoy la teoría de la evolución es ampliamente aceptada. En muchas escuelas, se aprovecha este día, para discutir y analizar el tema con los estudiantes.
El origen del universo y del hombre se explica sin necesidad de recurrir a la existencia de un Dios creador, noción que ha sido superada por el avance científico.
Después de este discurso, Doña Ana me mira con incredulidad y me dice: -Bueno Doctor… no voy a discutir que Ud. y su familia desciendan del mono, pero mi familia son de los Montero y vienen del Sur.