Opinión

Falsa defensa Constitución

Falsa defensa  Constitución

La autenticidad de los actos y acciones fuera de pronunciamientos y proclamas que en muchas ocasiones no pasan de ser fachadas de cartón, tiene que ser sustentada en comportamientos coherentes entre lo que se dice y lo que finalmente se hace en cada situación o circunstancia.
Por ejemplo, muchos de los que en estos convulsos días de debates electoreros han salido a la luz pública como paladines defensores de la Ley Sustantiva de la nación, en su trayecto de vida pública y política no siempre han refrendado con su actuación un fiel apego a los principios constitucionales y democráticos que ahora exhiben con tanta vehemencia.
Los procedimientos empleados durante los tumultos que se han congregado en los alrededores del Congreso para pedir lo que ellos llaman respeto a la Constitución, indican claramente como lo demuestran vídeos de entrevistas hechas por medios a parte de los participantes, que no acudieron allí de forma espontánea ni por patriotismo, sino mediante pagos en metálico para vociferar y hacer bulto.
El objetivo de las primeras concentraciones era llamar la atención mediante disturbios, provocaciones a las fuerzas del orden llamadas a garantizar la seguridad en la sede legislativa, además de generar violencia e inestabilidad y crear las condiciones para un show mediático, como el que se vio cuando el diputado Merán fue sacado del área en una silla de ruedas que al parecer había sido llevada allí, porque estuvo disponible de inmediato.
Algunos de los mismos motoristas que fueron llevados al Congreso como tontos útiles admitieron que se les había pagado para esa tarea y entre los participantes había haitianos a los que se les instruyó para que memorizaran algunas frases sobre la Carta Magna y la democracia.
Igual aconteció entre los firmantes del libro colocado para fortalecer, mediante escrituras manuscritas, el manifiesto que en realidad lo que buscaba era impedir que siguiendo la propia norma trazada por la Constitución, se pudiera someter un proyecto de ley para convocar la Asamblea Revisora y habilitar políticamente al presidente Medina para optar por un nuevo período de gobierno.
Todas estas maniobras fueron tan burdas que los promotores no pudieron esconder que, contrario a las proclamas en defensa de la Constitución, la real intención era provocar un caos en torno a la sede donde se elaboran las leyes.
Los promotores de esa parafernalia quedaron al descubierto con sus falsedades de principios y la búsqueda de intereses grupales cuando enarbolaron a su favor la llamada del secretario de Estado de Estados Unidos, valientemente objetada por Alejandrina Germán como un inadmisible acto de injerencia extranjera en la política doméstica.
La forma ordenada en que se realizó la marcha convocada por Luis Abinader demostró que las primeras auspiciadas desde el litoral del expresidente Leonel Fernández lo que querían era entorpecer la labor legislativa, como dijo en su momento el presidente del Senado, Reinaldo Pared Pérez.

El Nacional

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