Han llevado al país a una indeseable situación de crisis de gestión fundamental en los servicios que brinda el Estado, y no han logrado corregir ninguna de las insuficiencias anteriores. Sin embargo, con el fin de esquivar responsabilidades no ajenas a su competencia, han optado relativizar los problemas agravados con los gobiernos pasados.
Cuando sube la presión ponen en escena mediática cualquier iniciativa dadivosa para tapar faltas y culpas, verdaderas piruetas temporales. Indiscutiblemente que este comportamiento ha creado una confianza quebrada, y los dominicanos se van sintiendo como si les obligaran a hacer su vida como puedan.
Asimismo, el sentimiento nacional ha sido agravado con una política migratoria confusa, con una falta grave de carácter, y sumisa a organismos internacionales. En sentido general, no escapa al deterioro ninguna de las circunstancias en perjuicio de la población, y podemos decir, también, de la producción.
Y la verdad que ante tanta ineficacia pretender que homenajeemos sus pírricos resultados, es una tomadura de pelo. Sobradas razones hay para decir que no tenemos un gobierno plenamente efectivo, y lo confirman sus planes que no son más que esbozos recibidos con poco entusiasmo pues la mayoría de sus iniciativas quedan ancladas en una visión elemental de la función pública.
Constantemente se eluden obligaciones para el bienestar de los dominicanos (la no indexación salarial), o el precio de alimentos y medicamentos…, y sin expectativas de que estos compromisos que ya han ido recrudeciendo el temor de que empeoren, sean corregidos con sabiduría, pues son cíclicos en esta familia política, historiados desde que alcanzaran el poder por primera vez.
Indudablemente se nos gobierna mal: continuas tramas corruptas, sectarismo que destruye la convivencia; monopolizando la justicia y la dignidad institucional del Estado, y pretender seguir, y de que nunca lo olvidará el pueblo, es carecer de sentido; entonces, si perseveran en esa fe a la incompetencia, pasarán por malos momentos, derrotas electorales inesperadas e ilusiones frustradas, pues esos son los resultados de la endeblez gubernamental.

