Opinión

¿Fusión o escisión?

¿Fusión o escisión?

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La coalición democrática por la regeneración nacional, desde su formación, ha desplegado esfuerzos por crear las bases para la integración de un frente político social opositor en capacidad de producir el cambio posible en los certámenes electorales del 2020.

Escribo “cambio posible” porque aferrarse al ideal, dadas las características del contexto económico, político y social que vive el mundo y, por consecuencia, nuestro país, es la peor manera de obstaculizar el desplazamiento del PLD del poder, lo que equivale a contribuir con su permanencia.

Lo primero que se hizo fue redactar los lineamientos generales a partir de los cuales pudiesen converger los distintos intereses a los cuales se pretendía unificar y que sirvieran de pautas de lo que serían las políticas públicas a ser aplicadas en las distintas áreas a partir del 2020.

En la aceptación de tales lineamientos hubo consenso y las organizaciones a las que se les presentaron estuvieron de acuerdo con su contenido.

Lo segundo fue crear una mesa de trabajo con representantes de las entidades partidarias, en la cual se delinearía la ruta que conduciría a estructurar la coalición opositora y distribuir las candidaturas a nivel nacional.

En la ejecución de esos trabajos han surgido los mayores inconvenientes y se han puesto de manifiesto los vicios que han determinado la imposibilidad de compactar fuerzas liberales y democráticas, responsables del predominio conservador en la conducción del Estado.

Alianza País y Opción Democrática, dos organizaciones respetables de la oposición, dirigidas por personas meritorias, en todo momento se les ha ofrecido el trato digno que merecen. No obstante, quizás como ningún otro de los protagonistas de este esfuerzo unitario, de estas entidades se han recibido los mayores reparos para integrarse a la coalición.

Debo admitir que varios de los argumentos que sustentan su resistencia resultan comprensibles. La pregunta es si son más poderosos que la necesidad de la República de provocar un cambio de rumbo dentro de los canales posibles y, sobre todo, si tienen más trascendencia que el daño que ocasiona a la nación la continuidad del actual estado de cosas.

La fusión de estos dos partidos es un paso acertado por hacer disminuir la dispersión opositora. Sin embargo, si su finalidad es transitar camino propio, desdeñando la conformación del frente opositor, la misma implicaría reiterar el error de debilitar esfuerzos por destronar las estructuras políticas responsables de una realidad que urge modificar.

El Nacional

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