Siempre es bueno esperar lo mejor en un presidente recién llegado al poder, es casi un deber de amable hospitalidad. Y para más concesiones de buenos gestos el MP incursiona en el lado oscuro de la corrupción ganando admiración la Administración merced a no estar obligada a negociar la gobernabilidad.
Pero el verdadero estadista se hace lidiando con esas mayorías adversas, más cuando esas filas carecen de constructores de Estado; desde luego, no de constructores de imágenes con aditivos y colorantes. Por tanto, la ineficacia y la deteriorada transparencia se ocultan con el derroche porque en el fondo le resulta más cómodo, acurrucándose en los bienes públicos para hacer un líder.
Es la tentación de los gobiernos sin compromiso social. Pero vamos a la yugular: dice la voz popular “por sus frutos los conoceréis”, pero el Gobierno camina en dirección contraria a los postulados y sigue poniendo el acento ——demonizaral contrario—— con propaganda mediática abrumadora.
Sin embargo, en el fondo lo que vale son los resultados constatables, que no es lo mismo que mangonear con lo público como es ese abrazo doloso visto como agonizante con el contrato de Aerodom a todas luces propio del paganismo electoral. Esa práctica manirrota son de los vicios que arrastra una reelección.
Se han echado al gasto más de tres billones de pesos y decenas de millones de dólares!!, es decir, la Hacienda Pública ha sido vaciada por una clase política novata y no representativa que ha ido agravando la institucionalidad y credibilidad públicas, que andan por los suelos.
Todo este proceder se hace sentir con indignación en las calles y en las redes, ese espacio de acceso a los jóvenes, y que perciben que nos gobierna gente impermeable, no confiable, y que el sistema político no cambia. Es el oportunismo político amante del paganismo electoral en medio de un mercado de regalos para bolsillos profundos.