Opinión

Horacismo y jimenismo

Horacismo y jimenismo

Ramón Rodríguez

El mayor requisito de quienes se decidan a participar en la actividad política debe ser el amor por su patria y el respeto a sus conciudadanos en el sentido más amplio del concepto. Ahora bien, quienes tengan la responsabilidad de dirigir el Estado, organizaciones políticas o estamentos indispensables para el buen desenvolvimiento del país, deben poseer en Know-How de la Política en su carácter de ciencia.

Es difícil, casi imposible que un actor político pueda manejar variables exitosamente sin tener conocimiento de la historia, sobre todo, la de su pueblo. Un ejemplo irrefutable: La amistad entre Horacio Vásquez y Juan Isidrio Jimenes parecía inquebrantable, sin embargo, no pudieron consensuar en las elecciones municipales de 1901 y al presentar dos candidaturas, terminaron distanciados, al alegar Horacio Vásquez un fraude colosal – diríamos en esta época- pues el oficialismo representado por el Jimenismo, envió a los “soldados” a ejercer el voto.

Este agrietamiento en las relaciones de estos dos líderes que iban a llenar toda una época, representando a los bolos jimenistas y coludos horacistas, se debió en gran parte además, al chisme latente que mantenían sus colaboradores, quienes estaban muy ajenos de avistar la desgracia que les venía encima a la República.

Esta división innecesaria entre el presidente Jimenes y su vicepresidente Vásquez, creó las condiciones para que el 17 de marzo del 1902 el congreso aprobara un voto de censura al presidente Jimenes, con argumentos risibles, más bien fruto de la enemistad que de la verdad.

Finalmente, empujado por malos consejeros ambiciosos, Horacio Vásquez opta por levantarse en armas el 26 de abril del 1902 con una proclama, que hoy los historiadores discuten si realmente valió la pena. Lo que está fuera de discusión, es que esa actitud provocó una guerra civil y le abrió las puertas de par en par al retorno del Lilisismo encarnado en la figura de Alejandro Woss y Gil.

117 años después, Leonel Fernández y Danilo Medina, dos grandes amigos, discípulos de Juan Bosch, han roto relaciones políticas, dando quizás vigencia a la teoría del retorno cíclico de la historia, expuesta por el sociólogo italiano Giambattista Vico.

Ojalá y estos dos grandes líderes ejerzan con madurez su liderazgo para evitar males mayores al país, ahora, precisamente ahora que el mundo está desbocado.

El Nacional

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