Sin tener ápice alguno de zafio, el presidente del senado español, Manuel Cruz está entre la espada y la pared, luego de que el ibérico periódico ABC presentara pruebas de imitación en sus libros.

Y es que la historia de la humanidad alberga miles de robos de ideas ajenas, lográndose fama con las producciones ajenas.
Aunque “lo ajeno se deja quieto”, el mundo parece ser de quien registre primero.

El asunto viene de lejos: Las ciudades-estados existieron en culturas orientales antes que en Grecia. Los clásicos griegos reprodujeron sistemas filosóficos asiáticos, que luego fueron igualmente sustraídos por los romanos.

No hay recato, como lo demuestra el caso de Alexander Graham, que patentizó el teléfono, de la autoría de Antonio Meucci.
La cortedad y el Efecto Matilda siempre dicen presentes. Facebook es una idea hurtada por Mark Zuckerberg.

El Creciente Fértil, lo que es hoy Irán, Irak, Siria, etc., era región próspera. Esa zona de comercio y ciencia lleva a ligeras sospechas de que la teoría del Origen de las Especies de Charles Darwin tuviera acta de nacimiento en esa región del planeta.
En literatura el copiar es el “pan nuestro de cada día”. La Ilíada y la Odisea se intuye no fueron escritas por Homero.

Lo de Williams Shakespeare, mueve a suspicacias luego de profundos exámenes que están demostrando que ese trabajo fue realizado por Edward De Vere -Rhys Ifans-, el 17º Conde de Oxford, qué no serán otros.

Molière no luce ser el autor de Tartufo.

Juan Bosch escribió primero su cuento “Rumbo al puerto de origen”, y unos años después Ernest Hemingway aparece con uno similar llamado “El Viejo y el Mar”.