Tras el triunfo aliado en la segunda guerra mundial, con Estados Unidos a la cabeza, el proceso de americanización de la sociedad dominicana se aceleró.
La Guerra Fría que se desató en 1947 entre Occidente y la Unión Soviética precipitó aún más ese proceso, al destinarse mayores recursos a la difusión del “modo de vida americano”, especialmente en América Latina y Europa. Esta política, que incluía la expansión del comercio, la cooperación técnica y económica, acuerdos de seguridad, tenía también un fuerte ingrediente cultural.
José del Castillo recoge que la alimentación fue otro de los renglones notorios de la creciente participación de bienes manufacturados norteamericanos en el mercado dominicano a mediados de los 40 del siglo pasado.
Compotas para niños Gerber, harina del negrito (Cream of Wheat 5Minutes), avena Quaker, leche en polvo Kraft, galletas Keebler, sopa de tomate, Ketchup y vinagre Heinz. Sopas enlatadas Campbells, en su variante pedagógica de letras o en versión de vegetales, pollo y tomate. Jamonada (Spam) y jamón Hormel, acompañados con pan o ensaladilla rusa.
Para el postre, gelatina en siete sabores (fresa, cereza, naranja, lima, limón, raspberry y manzana) y la opción de flan Royal. refrescos Pepsi Cola, Coca Cola, Country Club, Orange Crush, a los cuales se sumarian luego Red Rock y Seven Up, así como la bebida musculosa Ironbeer”.
“En el campo de las cervezas se contaba con la proteína Pabst Blue Ribbon de Milwaukee, Schlitz, Ballantine y Budweiser, las cuales competían con Presidente-fabricada por Cervecería Nacional Dominicana, propiedad de la familia norteamericana Stuart, que también embotellaba Malta Corona. Indigestión, acidez, leche de magnesia Phillips, “buena para toda la familia”. Resfriado, jarabe pectoral de Scott. Dolor de cabeza, Mejoral “el calmante popular”.
Por: Juan B. Nina
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