El barrio negro norteamericano como reducto de la esclavitud, dejó arraigado un modelo de vida entre la discriminación racial y la baja o nula educación. De esos vericuetos culturales la música y la religión son los que más se adentraron en estos guettos porque sirvieron de expresión del sufrimiento, principalmente la música que tomó un giro distinto a la del esclavista: clásica, elitista, rara, sin sustancia ni utilidad para ellos.
Pero la pobreza y la segregación los empuja a las drogas forjándose una cultura de masa combinando música demasiado provocativa en lo sexual, motivadora de violencia y comportamiento inmoral con movimientos espasmódicos de vientre y glúteos, vestidos estrafalarios y cortes de pelo extravagantes.
Esta cultura urbano-proletaria se derrama por el mundo con obscenidades sexuales y criminales, invocando a las drogas, invitando a lo prohibido, con notas altisonantes, con letras tóxicas y provocadoras, agravadas por la tolerancia de las redes sociales.
Esto atrae a fascinerosos y pornógrafos del baile y de la palabra, creando una industria delictiva que acelera las desigualdades sociales, y creando victimas con una publicidad engañosa, vacía de contenidos; papeles estelares sin honores; la vulgarización de la cultura popular.
Nunca seremos complacientes con este tiempo y esta época, sino por el contrario tenemos que ser muy críticos. Muchos de los males de la marginalidad los hemos creados nosotros mismos fomentando una “cultura” que lo único que genera es males. Menos belleza en las palabras y más destrucción del lenguaje, cayendo en la indigencia léxica.
Ahora se tatúan y lo que crean es sombras de sospechas e intimidación.Resulta oportuno no alegar que al soltarse las amarras del elitismo antidemocrático y excluyente (pero exigente) del pasado, ha sido la causa.
La Historia nos relata que generaciones de judíos atrapados en el guetto europeo y liberados por la Revolución Francesa, por su preparación, el esfuerzo, la educación, el conocimiento, incluso el sufrimiento, han sido las herramientas para obtener cientos de premios Nobel desde 1901; ¡ah, y son el 0,10% de la población del mundo!.