En estos días, al pasar frente al obelisco que está frente a la Secretaría de Cultura, nos sorprendió presenciar que un emplazamiento que se está construyendo del lado del malecón lleva el nombre de Plaza Juan Barón.
La primera etapa del plan de rescate del Malecón, cuya inversión ascenderá a unos 125 millones de pesos.
Esta etapa abarca desde el Obelisco hembra hasta la avenida Máximo Gómez y desde allí, en una segunda etapa, hasta el kilómetro 12 de la autopista 30 de Mayo. Además, el remozamiento de la plaza Güibia, la cual será acondicionada con áreas infantiles y de recreación, y será dotada de iluminación total, arborización, sustitución de árboles dañados y la recuperación de áreas verdes.
Nuestra historia, al igual que el título de una de las obras de Eduardo Galeano, está colocada patas arriba. Mientras adalides como Antonio Duvergé, José Joaquín Puello, Gaspar Polanco, Benito Monción, Ciriaco Ramírez o Gregorio Luperón duermen el sueño infame del olvido; nombres indignos como los que refiere el título de este artículo, se les eterniza en el recuerdo con homenajes o dando su nombre a pueblos importantes.
El nombre de Juan Barón aparece por vez primera en las páginas de nuestra historia comandando un grupo de españoles quienes a inicios de 1801, atacaron a los soldados haitianos que venían con Toussaint Louverture a unificar la isla, aplicando con ello el tratado de Basilea que se había firmado entre Francia y España en 1795. Barón y sus españoles fueron aplastados.
Todo dominicano sensato debe celebrar esa unidad. Y resumo: por vez primera, luego de tres siglos de vigencia fue abolida la esclavitud de unos 25 mil negros quienes fueron convertidos a la categoría de ciudadanos, tal y como lo establecía la Declaración Universal de los Derechos del Hombre. De inmediato ordenó a los terratenientes sembrar caña, algodón, tabaco, cacao; reduciendo el monto de las importaciones de un 20 % a un 6 %.
Por vez primera se redactó una constitución, siendo en ese momento la única en el mundo que prohibía la esclavitud; y en su redacción participaron los dominicanos Juan Mancebo, Francisco Morilla, Carlos Rosa y Andrés Muñoz. Abrió las puertas del comercio a todos los puertos y a las principales potencias. Durante un año que duró su gobierno los almacenes estaban repletos de los productos que se habían producido. Y esto lo afirman historiadores tradicionales como José Gabriel García o Antonio Delmonte y Tejada.
Lástima grande que Napoleón, cegado por sus sueños de grandeza y con la doble intención de destruir a los negros y utilizar a la isla de Santo Domingo como cabeza de playa para intentar invadir a los Estados Unidos, enviara la poderosa invasión al mando de Víctor Manuel Lecler, la más grande que jamás cruzó el Atlántico desde Europa. Y Toussaint fue traicionado, apresado y enviado a Francia en donde muere en 1803, encerrado en la cárcel de Joux.
Y entonces, de nuevo Juan Barón se coloca al lado de los esclavistas franceses. El coronel español Juan Barón fue enviado por el general Paul Louverture por ante el general francés Kerverseau quien con dos buques y 500 hombres se presentó frente a Santo Domingo, a indagar sus intenciones. Barón traicionando a su comandante se entendió con el general francés y lo apoyó y ayudó a obligar a Louverture a huir. Luego este español esclavista fue enviado por el francés a combatir, cerca de San Cristóbal, en Camba Arriba y Camba Abajo al dirigente negro Juan Pedro, ex esclavo; a quien derrotó.
De Juan Sánchez Ramírez y su españolismo rancio, ni hablar, Se estableció en Puerto Rico a raíz de la unificación de Louverture y de allí fue enviado por el gobernador español Toribio Montes, con 300 soldados bien armados, al enterarse de que la clase media liberal había iniciado un movimiento armado contra Ferrand en el Sur, encabezado por Ciriaco Ramírez -de quien no era pariente-.
Don Toribio Montes le puso como condición expresa que de derrotar a Ferrand y a los franceses, él debía encabezar un gobierno que proclamara a Fernando VII como su monarca, a pesar de que el rey español, en aquellos tiempos, sufría prisión domiciliaria de Napoleón en la frontera francesa. Montes advirtió además a Sánchez Ramírez que bajo ningún concepto admitiera un negro en la expedición.
La batalla de Palo Hincado, cuyo triunfo se atribuye a Sánchez Ramírez, no parece haber sido tal, pues se afirma que las tropas francesas de Ferrand se habían desperdigado quedándose un escaso número de soldados. De todos modos, Sánchez Ramírez tuvo que aceptar una odiosa mediación inglesa para que el resto de los hombres de Francia capitularan por ante el Almirante Calmichael; cumplió al pie de la letra el mandato de Montes colocando el país bajo el imperio de una España diezmada, y frió en alquitrán a los conspiradores de la Conspiración de los Italianos y ahorcó y quitó las cabezas a los líderes de la rebelión de Mojarra y Mendoza.