Opinión

Julia Alvarez

Julia Alvarez

Julia Álvarez Tavares acaba de recibir el más alto galardón que se otorga en USA a una artista, algo así como el Nobel norteamericano. Ya había recibido otros de igual importancia, como cuando la incluyeron en el listado de los cien poetas más importantes del Siglo Veinte.

Modesta, como su madre, Doña Julia Álvarez, pionera de los programas para envejecientes de la ONU y autora del Día Internacional de Envejecientes, Julia trata de evitar que estos premios alteren su ya hermitaña vida personal.

Todos los periódicos reseñaron con alegría la noticia y publicaron su foto, recibiendo del Presidente Obama no solo el galardón, sino un cálido abrazo. Muchos ignoran que Julia no asistió a la recepción para galardonados para conceder un montón de entrevistas que aprovecho para expresar su preocupación por los 57,000 niños y niñas centroamericanos y mexicanos que han cruzado la frontera de los Estados Unidos, convirtiéndose en la histeria derechista de una parte de la población norteamericana, en una “amenaza nacional”.

Julia conoce una situación similar, cuando participó con un grupo de artistas dominicanos de aquí y allá, en Frontera de Luces, en Dajabón (por cierto que Johnny Rivas, el asistente del padre Regino sigue preso a pesar de que es inocente, gracias a una fiscal que no obedece ni a Domínguez Brito).

Quienes acompañamos a Julia lo hicimos por una razón fundamental: Todos habíamos sido emigrantes y sabemos lo que significa ser diferentes y ser excluidos y agredidos por ser diferentes.

A raíz de su premiación, se ha desatado una guerrita de la miseria humana por Facebook, cuestionando si Julia es dominicana o no. Lo curioso es que la nueva Ley de Naturalización la hace más dominicana que nunca, porque Julia (cuyos padres pertenecen a una familia santiaguera de la más rancia estirpe) es hija de dominicanos en tránsito en USA y la trajeron a este país apenas con tres meses de edad, donde permaneció hasta los diez años cuando volvió a emigrar con sus padres para escapar de la dictadura trujillista.

Si USA fuera Dominicana, Julia no sería norteamericana, ya que es hija de padres dominicanos en tránsito. Por suerte, un tránsito que no parte del 1929, es decir desde hace 85 años, el transito más extendido en la historia de la humanidad. Las regulaciones nacionalistas por suerte no se aplicaran a ella, porque Julia no es Juliana Deguis, y siempre ha sido un orgullo y alegría para el país, que refuerza su autoestima con este galardón que honra su trayectoria como literata y como dominicana fiel a sus raíces y preocupada por el devenir de la nación, que podría ser y no es, snob. Un gran mérito.

El Nacional

La Voz de Todos