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A pesar de que el presidente John F. Kennedy quiso a último momento desmarcar al Gobierno de Estados Unidos del magnicidio del gobernante dominicano Rafael Leonidas Trujillo Molina, el mandatario estadounidense siempre se mantuvo al tanto de los planes de contingencia para eliminarlo.
Según se revela en los documentos desclasificados del Archivo de Seguridad Nacional del Departamento de Estado, de Estados Unidos, a mediados de mayo de 1961, Kennedy solicitó un informe sobre la situación política de República Dominicana ante los crecientes indicios de que los acontecimientos en este país estaban llegando a su clímax.
Este informe, preparado rápidamente por la CIA y el Departamento de Estado, fue enviado el 15 de mayo de 1961 al presidente Kennedy a través de McGeorge Bundy, asesor de Seguridad Nacional del mandatario norteamericano. El magnicidio de Trujillo se produjo 15 días después, el 30 de mayo de 1961.
En el documento se le informaba, entre otros cosas, al presidente estadounidense que “los planes de los disidentes estaban muy avanzados en la dirección de derrocar a Trujillo, por cualquier medio”.
Igualmente, que tres revólveres y tres carabinas que estaban en el consulado de Estados Unidos en República Dominicana fueron entregadas a los conspiradores. También que enviaron cuatro metralletas por valija diplomáticas, que fueron retenidas por los conspiradores debido a las objeciones de último momento del Departamento de Estado estadounidense.
Kennedy respondió a este informe con una nota de la Casa Blanca al Departamento de Estado estadounidense en la que hacía un esfuerzo por detener y desvincular a Estados Unidos con el plan de eliminar a Trujillo.
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Todavía estaba latente el fracaso de la invasión alentada por Estados Unidos a Bahía de Cochinos, en Cuba, el 17 de abril de 1961.

En la nota de Kennedy al Departamento de Estado decía: «no debemos correr el riesgo de que Estados Unidos sea asociada con un asesinato político, ya que como política general, no puede tolerar el asesinato. Este último principio es primordial y debe prevalecer en situaciones dudosas».
Pero esas instrucciones llegaron al consulado estadounidense de la entonces Ciudad Trujillo el 29 de mayo de 1961, un día antes del magnicidio, según se estableció en los papeles.
CIA alentó grupo
La CIA, el cónsul estadounidense Henry Dearborn y el agregado político John Barfield involucraron en el complot contra Trujillo algunas figuras descontentas de ese régimen.
Para eso celebraron varias reuniones a finales de 1960.
En ese año, Estados Unidos, bajo la gestión Dwight D. Eisenhower abandonó su política de no intervención en República Dominicana y buscó la forma para establecer un gobierno sucesor moderado.
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Para este fin Washington emprendió acciones a nivel diplomático y el Grupo Especial, que estaba integrado por funcionario de alto nivel del gobierno de Eisenhower, aprobó para la CIA un programa de actividades conspirativas encubiertas.
El Grupo Especial actuaba como alto mando de la CIA en el período de la Guerra Fría. Esta estructura fue creada en la administración de Harry S. Truman y seguida por las administraciones de Dwight D. Eisenhower, Kennedy y Lindon B. Johnson.
En honor a la verdad histórica hay que decir que Kennedy, que asumió la presidencia de Estados Unidos el 20 de enero de 1961, heredó el plan de eliminar a Trujillo, elaborado por el Grupo Especial durante el gobierno de Eisenhower.
La política de los Estados Unidos a principios de 1960 fue abstenerse de acciones que acelerarían la caída de Trujillo e identificar, desarrollar y alentar a un grupo moderado que tomaría el poder en caso de muerte, huida o derrocamiento de Trujillo.
Esta política de no intervención, aunque claramente exigida por e tratado internacionales, convenció a muchos latinoamericanos de que Estados Unidos apoyaba y mantenía el régimen de Trujillo.
Líderes como el presidente Rómulo Betancourt, de Venezuela, cuyo apoyo Estados Unidos deseaba desesperadamente en relación con las operaciones contra Fidel Castro, condicionaron su apoyo a la planificación de asistencia de Washington para un papel más activo de país en caso de que la situación política en República Dominicana siguiera deteriorándose.
Tras el atentado patrocinado por Trujillo contra Betancourt, el 24 de junio de 1960, Estados Unidos asumió otra postura hacia Trujillo, rompiendo relaciones diplomáticas con República Dominicana, aunque no las consulares, supuestamente para defender los intereses norteamericanos en el país.
No fue sino hasta principios de 1961, que los disidentes comenzaron a formular planes específicos para asesinar a Trujillo. Los cables y memorandos de la CIA de la época suelen confirmar este recuerdo.
Un apunte
En el libro
El autor de este trabajo, Hector Minaya, informó que más detalles de los papeles desclasificados del Archivo de Seguridad Nacional del Departamento de Estados de EE.UU., aparacerán en la tercera edición de su libro Trujillo ¿buenos o malo?