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La meritocracia

La meritocracia

Alberto Quezada

En República Dominicana, donde el fortalecimiento institución está en construcción y las relaciones primarias tienen mayor valor que la preparación académica y el trabajo duro y honesto, no debe extrañar que cualquier descerebrado o analfabeto funcional ocupe una alta posición en cualquier gobierno.

En nuestro medio, poco importa la formación del más alto nivel, la especialización alcanzada y la experiencia acumulada, eso no tiene ningún valor, es mejor y más rentable ser amigo del político o funcionario para lograr lo deseado.

Es una verdadera tragedia que profesionales de gran valía que militan en los partidos políticos, los cuales cada día ofrecen lo mejor de sí, ven frustrados sus sueños por esta nociva práctica que parece tomar cuerpo en el tejido social.
Me lacera el alma cuando veo que a un ciudadano amparado en la meritocracia y el esfuerzo personal, se le sacrifican sus aspiraciones por la habilidad de un sujeto que obró al amparo del tráfico de influencia y la relación primaria.
Los tomadores de decisiones en las organizaciones deben comenzar a trabajar para revertir esa maldición que amenaza con erosionar los postulados de la decencia, respeto, trabajo y formación.

Estamos en presencia de un nuevo siglo, de una nueva generación que está empoderada con nuevos valores y que no parece estar dispuesta a tolerar este tipo de inconductas que solo estimulan el oportunismo y otras miserias humanas.
Aquí tiene que imponerse por voluntad de la mayoría, la cultura del mérito y el trabajo, no el manido e irritante comportamiento de subir y lograr posiciones y ascensos de importancia a través del ascensor.

El camino debe ser el método de la escalera en donde el individuo tenga que transitar y agotar el proceso digno.