Esta semana, en un prolijo artículo escrito por el periodista Carlos Pérez Tejada, dio cuenta de la adopción de la clase política gobernante hacia la movilidad eléctrica, sostenible y amigable con el medio ambiente. Simbólico e importante fue, de hecho, el arribo del presidente Luis Abinader a su juramentación el pasado 16 de agosto, a bordo de un Tesla, modelo S, según diversos analistas, uno de los vehículos eléctricos “más completos del mercado”.

En términos generales, la movilidad eléctrica es la que emplea uno o más motores eléctricos para generar la locomoción, cuyos beneficios al ambiente son principalmente dos: por un lado, mejora la calidad de vida de las personas al no recibir gases tóxicos; y por el otro, al pasar de motores de combustión a eléctricos, los vehículos dejan de emitir toneladas de gases de efecto invernadero.

Este factor es preponderante, dado que, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación del aire es un riesgo real, causando a nivel mundial 4,2 millones de muertes prematuras, ya que millones de personas viven cargados por contaminación del aire de exteriores, especialmente en países de ingresos bajos y medianos. A eso se suma el ruido que hacen los vehículos, un problema crónico que nos aqueja en lo particular, en las principales urbes del país como Santo Domingo y Santiago.

En respuesta, el mercado internacional se ha volcado hacia los vehículos eléctricos. Ya en el 2018, habían circulado más de tres millones de vehículos enchufables, eléctricos e híbridos, según un informe de la Agencia Internacional de la Energía (IEA). Aunque con sus desventajas- como la durabilidad de la batería, el tiempo de recarga y el costo de construcción- es un hecho que su uso supondrá un verdadero frente de batalla ante las consecuencias del cambio climático que países como el nuestro sufren con mayor profundidad.

Esta tendencia avanza favorablemente en República Dominicana. Según diversas entidades bancarias, en 2017 se contabilizaron unas 1,243 búsquedas en internet que incluyeron los cinco principales términos asociados a la movilidad eléctrica, mientras que en el 2018 esa cifra aumentó en un 113%. Lo propio en el 2019, con un incremento de un 25%, datos que han llevado a bancos y financieras a ofrecer financiamiento para movilidad sostenible.

De nuestra parte, no solo debemos obrar con el ejemplo sino instaurar políticas públicas que motiven el financiamiento de proyectos sostenibles de movilidad, el uso de vehículos eléctricos y una consciencia colectiva hacia el medio ambiente. “Lo interesante es que importantes tomadores de decisiones en el ámbito gubernamental reconocen no solo el futuro de la movilidad en las ciudades, sino también que representan parte de la solución para enfrentar y frenar el cambio climático”, indica Pérez Tejada. Es, sin dudas, la llegada del futuro de la movilidad.

Por: Orlando Jorge Mera

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