El caso del exregidor del PRM en Boca Chica acusado de narcotráfico ha vuelto a colocar sobre el tapete la compleja relación entre la política y el negocio de las drogas. Pero también la impunidad y la infuncionalidad o complicidad de los filtros tanto de los partidos políticos como de las instituciones oficiales para prevenir que personas relacionadas con el crimen organizado, aunque no hayan sido procesadas, se infiltren como candidatos o sean designadas en posiciones que contrastan con su práctica.
A diferencia de otros países, donde se ha sancionado hasta a gobernantes en el poder y se ha extraditado a Estados Unidos a exgobernantes por sus supuestos vínculos con el narcotráfico, los casos que se han detectado por aquí pueden considerarse menores.
Aunque no necesariamente pasajeros, pues cada uno representa un toque de atención sobre la contaminación de un ejercicio que ya está bastante maleado por el enriquecimiento ilícito, tráfico de influencias, soborno, nepotismo, clientelismo y otras actividades punibles.
Sin caer en lo que quien esté libre de pecado que tire la primera piedra, por los escándalos que han aflorado no se puede particularizar. Más bien efectuar un análisis profundo sobre la estructura social dominicana, la cual desde hace tiempo ha obviado la senda de la formación, el trabajo honrado y los valores en aras de lo fácil, sin importar los riesgos.
Los malos ejemplos alimentados por la impunidad son el mejor caldo de cultivo para esa cultura que los partidos y la nación tienen que erradicar de su seno.
En el caso del exregidor Francisco Alberto Paulino Castro ha salido a relucir un complejo historial.
Resulta que antes de ser candidato a regidor por el PRM en 2020 había obtenido certificados de buena conducta, acceso privilegiado a terrenos del CEA y otras facilidades. Estaba limpio. Pero es muy significativo que a pesar de su vínculo con el partido oficial cuando se le relacionó con el narcotráfico no se le protegió ni el caso se ocultó para evadir las repercusiones políticas.
Si se acaba con la impunidad se puede enfrentar con más éxito tanto la narcopolítica como la corrupción.

