Opinión QUINTAESENCIA

Día del trabajo

Día del trabajo

Rafael Ciprián

El recién pasado primero de mayo se celebró el Día Internacional de los Trabajadores. Pero en esta época debería decirse propiamente Día del Trabajo. Los que solo poseen su fuerza física y mental para ganarse la vida no tienen casi nada de qué enorgullecerse. Sus condiciones de existencia son deplorables.

Ni si quiera se debe decir que se celebra el primero de mayo. Más bien debería conmemorarse ese día. No hubo alegría, sino sangre, lágrimas y luto.

El primero de mayo de 1886 fue la matanza en Chicago, Estados Unidos de América, de los obreros que reclamaban la reducción de las jornadas de trabajo de doce, catorce y dieciocho horas diarias a solamente ocho horas. Para así dividir el día en tres partes de ocho horas: una parte para trabajar, otra para estar con la familia y otra para dormir.

La Segunda Internacional Socialista hizo bien en 1889 con impulsar que se escogieran ese día para conmemorar aquella gran huelga que terminó en una masacre.

Hoy en día la Organización Internacional del Trabajo (OIT) procura crear las condiciones necesarias para que los trabajadores alcancen una vida digna. Pero sus esfuerzos chocan frontalmente con la realidad objetiva del capitalismo salvaje que se señorea globalmente.

Para Aristóteles, el gran filósofo griego, el advenimiento de las máquinas librarían a los individuos de los trabajos penosos y les proporcionarían más tiempo libre para realizarse como personas. ¿Ignoraba el gran sabio que la ciencia y la tecnología, más que generar esperanzas, desarrollarían temores en la Humanidad?

La Inteligencia Artificial (IA) es una prueba palmaria en la actualidad. Lo dicen los expertos en la materia. No debería ser así, pero ese es el derrotero que estamos transitando.

Además, los trabajadores, en su mayoría, están privados de las conciencias necesarias para trascender la condición de trabajadores en sí, hasta convertirse en trabajadores para sí. Ni poseen conciencia social ni de clases ni política ni de sujeto ni de pertenecer a una comunidad. Más bien aspiran a ser medianos o grandes burgueses. La dominación ideológica ejerce la eficacia sobre ellos.

Un primero de mayo de un año que no merece recordarse, se realizó un mitin en la plazoleta La Trinitaria, en la cabeza del Puente Duarte. Éramos militantes del PLD, con Juan Bosch como líder. Rafael Alburquerque llegó al acto, ya no era miembro del PLD, y pocos lo saludamos.

El sol derretía piedras. El profesor Bosch y Nélsida Marmolejos, esta como el águila proletaria morada o Rosa Luxemburgo dominicana, presidían el acto. Un grupo lanzaba las consignas de rigor.

Estábamos cerca de la tarima cuando escuchamos a don Juan decir, señalando a los manifestantes, esos son los compañeros del Partido, ¿y dónde están los obreros?