Articulistas Opinión

La nueva Policía

La nueva Policía

Manuel Fermín

El comisionado ejecutivo para la reforma de la Policía Nacional, José Vila del Castillo, se ha servido de un tono que podría parecer más provocativo que correctivo, y lo ha hecho con excesiva dureza sin proporcionar garantías legales debidas a toda la membresía de la institución, al afirmar que en ese cuerpo del orden “había” una corrupción interna institucional y sistémica, dirigida desde la propia dirección general hasta el último raso; además, agregó: “tenemos una nueva Policía como resultado de reconstruir todo aquello que fue desmantelado por los presidentes, los ministros y los directores de la Policía anteriores”.

También en forma ditirámbica se derramó en elogios a sus contratistas y personalidades violentando el principio de neutralidad en su condición de contratado por el Estado dominicano.

De verdad que hacía tiempo que en la República Dominicana no escuchábamos acusaciones tan graves y tan comprometedoras contra el guardián del orden público, ni siquiera en los años de plomo, y por un protagonismo ridículo el experto usa expresiones desaforadas porque se ha degradado y despreciado el oficio policial, probablemente uno de los más difíciles de cumplir. Pienso que ha sido mezquino con quienes -¡son muchísimos !- se han jugado sus vidas y la tranquilidad de sus familias con lealtad porque le ha echado la culpa a “todos” con excepción especial de su actual director, y los demás ofendidos, despreciados y decepcionados, no quedándole más que reivindicarse.

Se puede sentar un precedente sin teatralizar y sin revanchismo con argumentos llenos de detalles en una investigación que ha permitido que miles de agentes sean expulsados de la institución y otros cientos llevados a la “honrosa condición de retiros voluntarios con ascensos”, aunque todavía no sepamos qué sucederá con los generales. Todo puede ocurrir. Incluso que pidan su retiro también.

Ahora a fiarnos de los nuevos próceres de la “nueva Policía” y del Ministerio de Interior que con estupefacción tendremos que reflexionar cómo fue posible que sus antecesores fueron tan irresponsables y, sobre todo, tan corruptos.