El comisionado ejecutivo para la reforma de la Policía Nacional, José Vila del Castillo, se ha servido de un tono que podría parecer más provocativo que correctivo, y lo ha hecho con excesiva dureza sin proporcionar garantías legales debidas a toda la membresía de la institución, al afirmar que en ese cuerpo del orden “había” una corrupción interna institucional y sistémica, dirigida desde la propia dirección general hasta el último raso; además, agregó: “tenemos una nueva Policía como resultado de reconstruir todo aquello que fue desmantelado por los presidentes, los ministros y los directores de la Policía anteriores”.
También en forma ditirámbica se derramó en elogios a sus contratistas y personalidades violentando el principio de neutralidad en su condición de contratado por el Estado dominicano.
De verdad que hacía tiempo que en la República Dominicana no escuchábamos acusaciones tan graves y tan comprometedoras contra el guardián del orden público, ni siquiera en los años de plomo, y por un protagonismo ridículo el experto usa expresiones desaforadas porque se ha degradado y despreciado el oficio policial, probablemente uno de los más difíciles de cumplir. Pienso que ha sido mezquino con quienes -¡son muchísimos !- se han jugado sus vidas y la tranquilidad de sus familias con lealtad porque le ha echado la culpa a “todos” con excepción especial de su actual director, y los demás ofendidos, despreciados y decepcionados, no quedándole más que reivindicarse.
Se puede sentar un precedente sin teatralizar y sin revanchismo con argumentos llenos de detalles en una investigación que ha permitido que miles de agentes sean expulsados de la institución y otros cientos llevados a la “honrosa condición de retiros voluntarios con ascensos”, aunque todavía no sepamos qué sucederá con los generales. Todo puede ocurrir. Incluso que pidan su retiro también.
Ahora a fiarnos de los nuevos próceres de la “nueva Policía” y del Ministerio de Interior que con estupefacción tendremos que reflexionar cómo fue posible que sus antecesores fueron tan irresponsables y, sobre todo, tan corruptos.