Opinión

La postmodernidad

La postmodernidad

La postmodernidad es un mito, ya que habría que preguntar si la modernidad nació, verdaderamente, a finales del siglo XIX, o si fue, acaso, con el invento de la escritura cuneiforme de los sumerios. Después, sería bueno inquirir si el concepto que la alienta no fue más que una mixtura entre el hedonismo resultante del epicureísmo, donde el fin supremo de la vida sería el aprovechamiento del placer burgués, al que se refirió Epicuro desde sus prédicas en el jardín: “La muerte, pues, el más horrendo de los males, en nada nos pertenece, pues mientras nosotros vivimos no ha llegado y cuando llegó ya no vivimos”.

La modernidad y tras ella la postmodernidad, no son conceptos que puedan aplicarse con pinzas en la evolución del hombre, ya que al ser empleados se conectan a los grandes cambios estructurales de la historia. Así, modernidad tuvo que ser la creación sumeria del sistema sexagesimal de numeración, ubicada en el año 4 mil antes de Cristo, y postmodernidad el agrupamiento de los números por decenas practicado por los egipcios a través de los jeroglíficos, mil años después.

Modernidad, entonces, debió ser la introducción del sistema decimal —no posicional— babilónico, llevado a cabo en el año 2 mil antes de Cristo, y postmodernidad el desarrollo del cálculo mecánico basado en ruedas dentadas de los griegos, efectuado mil 840 años después.

Asimismo, creo que la modernidad tiene que ver con el análisis publicado por Platón, antes de cumplir los 30 años, acerca de la función del “piloto” al borde de un navío (debo observar que “cibernética” viene del vocablo griego kibernetes, piloto), y la postmodernidad debe insertársele a la publicación del libro “Algebr wa’l mukabala”, en el 850 después de Cristo, del matemático árabe Al Karismi, quien fundamentó los estudios algebraicos y abrió la posibilidad para resolver problemas que parecían infinitos.

Modernidad fue el descubrimiento de la pólvora, la brújula y la imprenta, de los chinos, y postmodernidad los inventos de la máquina impresora de Gutenberg y la máquina de calcular de Pascal, así como la creación del sistema binario de Leibniz.
Por eso creo que la modernidad surge cuando los nuevos esquemas rompen los viejos y la postmodernidad, entonces, se caga y mea en aquella con violentos paradigmas. Como el Renacimiento, que rompió los arbitrios de la imagen y abrió el mundo al esplendor de la estética; o como Cézanne, que invadió el arte con nuevas apuestas de líneas y colores, rematando las viejas escuelas, pero que después se quedó corto cuando Picasso, a comienzos del Siglo XX, revolucionó la estética con “Las señoritas de Avignon”, junto a Marcel Duchamp con su “Desnudo bajando las escaleras”.

Jean Francois Lyotard escribió que “el saber se cuantifica en bytes”, porque ya no hay espacio para que un monje ciego como el de la novela “El nombre de la rosa”, de Eco, se trague la única copia existente del segundo libro de la Poética de Aristóteles.

El Nacional

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