Hay países donde el papel del Estado se evapora de tal manera que se convierte en invisible o que, si está presente, lo está de manera negativa; así pasó en Ecuador, El Salvador y Haití, lo que debe servir de alarma para otras naciones de la región que como República Dominicana lleva años diseñando estrategias para evitar que la violencia se apoderen de la sociedad.
“Es fundamental que los países rediseñen sus sistemas para que el Estado sea visto como positivo”, explica Douglas Farah, consultor y analista de seguridad nacional, que lleva más de tres décadas investigando sobre América Latina.
Una opinión similar tiene Pablo Zeballos, exoficial de inteligencia chileno y consultor internacional de crimen organizado, y quien plantea que “El control territorial por parte de las organizaciones criminales va de la mano de un abandono del Estado. Y se pueden generar condiciones sumamente dramáticas, donde estos grupos terminan logrando acuerdos con las estructuras gobernantes”.
Otro elemento que contribuye a la violencia en la región; es bueno que los gobiernos AL entiendan la necesidad de enfrentar con firmeza el crimen organizado, especialmente en el que participan agente estatales y actores económicos”.
Por lo tanto, cualquier estrategia para contrarrestar la presencia de mercados ilícitos y de estructuras criminales tiene que apuntar en esas tres direcciones.
En América Latina, históricamente se ha recurrido con frecuencia a los militares para restablecer el orden ante diversas crisis de seguridad.
De eso los dominicanos podemos dar cuenta. Ecuador lo está haciendo ahora, pero anteriormente lo hicieron El Salvador, México, Colombia, Venezuela y otros.
Para los especialistas, uno de los motivos por el que los gobiernos de AL han recurrido con tanta frecuencia a esta vía es por la percepción de debilidad de sus policías que se alimenta de casos de corrupción y profundas crisis de representatividad.
En lo que los expertos en tema de seguridad ciudadana coinciden es que “La promoción del empleo es la principal arma para combatir la delincuencia en AL, porque mejores niveles de vida están correlacionados con la menor criminalidad.