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Las indispensables

Las indispensables

Chiqui Vicioso

(II)

El once de mayo, en Ottawa, se realizó la primera reunión de lideresas indígenas de Centroamérica, en el proceso de toma de decisiones de sus territorios, vía una plataforma virtual, donde también participaron las representantes de las primeras naciones indígenas del Canadá, y nosotros (como país que es parte del Sistema de la Integración Centroamericana), y Belice.

Treinta por ciento de la población centroamericana es indígena; vive en 43 territorios y habla 65 lenguas. El evento fue organizado por la embajadora del Panamá Romy Vásquez Morales, y la embajadora Michelle Cohen me propuso como relatora del evento, para mí una revelación ya que enfrascadas como estamos en nuestra media isla en el avance de las mujeres negras, mulatas y dominico-haitianas, realmente no tenemos una población indígena de la cual hablar.
Nuestra única referencia, o conexión con estas luchas es el caso de Anacaona, la cual, ya sabemos, indignada por el maltrato español a las mujeres indígenas, convenció a su esposo Caonabo de atacar los españoles en el Fuerte Navidad. Nicolas de Ovando le haría pagar ese primer acto de rebelión quemando en un caney, a 80 líderes indígenas, y luego apresando y ahorcando a Anacoana, en lo que es hoy Santo Domingo.

Cada país del SICA seleccionó una lideresa indígena, que testimonió las luchas y logros de su etnia en particular. En Nicaragua, Lottie Cunningham, Mihkita, participó ante la Corte Interamericana de Derechos en la primera causa judicial de los pueblos indígenas que no creen en la demarcación ni titulación de la tierra, en una lucha contra una concesión estatal maderera atentatoria de la cosmovisión indígena de que la Madre Tierra no se vende ni se desmebra. Lottie creó el Centro por la Justicia y los Derechos de los Indígenas de la Costa Atlántica con sede en 405 comunidades.
En Ecuador, Nemonte Nenquino, de la tribu Waoranis, lideró la defensa de 500,000 hectáreas de bosques húmedos de la región amazónica contra la extracción petrolera; su solicitud al mundo de que no las dejen solas en la lucha del Amazonia, pulmón de la Humanidad, dio la vuelta al mundo.

En México, la apicultora maya Araceli Pech Martin, “Dama de la Miel”, lideró una batalla por diez años contra la Monsanto (hoy Bayer), por el uso de pesticidas cancerígenos y abonos transgénicos en el cultivo de la soya, y su masiva deforestación y contaminación tóxica del Yucatán. El gobierno mexicano, sexto productor de miel en el mundo, revocó el permiso a la Monsanto en todo México.

Del Brasil y sus 454 asesinatos de líderes y lideresas medioambientalistas, hablaré en otro artículo. Al igual que de Berta Cáceres, dirigente hondureña asesinada por defender las aguas.