Editorial Opinión

Ley del mal menor

Ley del mal menor

Con frecuencia se escucha a funcionarios y políticos alegar que las situaciones de crisis o de dificultades que afloran hoy en día son mucho menores que las acaecidas durante otras administraciones, como si se tratara de imponer aquí la ley del mal menor.

La epidemia de dengue, que según la información de las autoridades ha causado la muerte de 16 personas y provocado congestionamiento de pacientes en hospitales y clínicas, se pretende comparar con otros fatídicos episodios sanitarios confrontados en administraciones anteriores, que se afirma fueron peores.

Lo mismo se dice de la crisis hospitalaria, de seguridad ciudadana, inmigración irregular y del sistema educativo, como si se pretendiera que la ciudadanía se conforme con “lo menos malo”, sin poder aspirar a soluciones con efectos de largo plazo.

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Frente a la denuncia sobre incremento de muertes neonatales en un hospital de maternidad, las autoridades minimizaron esa tragedia y en vez de afrontar las consecuencias prefirieron comparar estadísticas actuales con las registradas en el pretérito, lo que motivó mayor indignación de la población.

Ante lo dicho por el expresidente chileno Sebastián Piñera, de que en materia de educación República Dominicana “está muy mal”, el ministro Ángel Hernández arguyó que en todos los países de la región hay limitaciones de calidad educativa y recordó que ese mandatario enfrentó protestas estudiantiles.

No son pocos los funcionarios que han pretendido justificar crisis o dificultades en sus áreas de responsabilidad con el argumento de que en otras gestiones la situación habría sido peor, como si fuera posible ocultar fracasos e inobservancia debajo de la alfombra del pasado, o que la nación está condenada a girar en círculo por toda la eternidad.

Las comparaciones entre gestiones de gobierno no resultarían nocivas si lo que se contrastan son políticas o acciones exitosas, pero cuando se procura aplicar la ley del mal menor para justificar fracasos, que al ocultarlos, tienden a ser repetidos o reeditados.

En la agenda de urgencias nacionales se incluyen retos del Gobierno de afrontar con firmeza y dedicación males que aquejan a la educación, salud, seguridad ciudadana, tránsito y transporte, inmigración, seguridad fronteriza, generación de empleo y seguridad alimentaria, sin pretender guarecerse en la ley del mal menor.

El Nacional

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